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Mostrando entradas de agosto, 2015

Gracias por amarme.

Ella lo miró llena de angustia, desesperación y cólera. -¿Cómo se llama? Él correspondió su mirada, la tomó de los hombros y le dijo. -¡No hay nadie más! -¿Entonces por qué no tienes tiempo para mí? La soltó y puso sus puños sobre la cama, ahogó su culpa de esa forma. Volteó y la abrazó. Le dio un fraternal beso en la frente y prosiguió. -De ahora en adelante lo tendré. Tienes toda la razón, discúlpame. Su promesa de amor no era más que una mentira. "Ella" se llamaba Celia, la había conocido hace algunos meses en una conferencia. Desde entonces una profunda amistad había surgido entre ellos, pasaban demasiado tiempo juntos. Finalmente llegó el día en el que se miraron  de otra forma. A Celia no le había importado el hecho de que Gerardo fuera casado. Cuando salía de trabajar se inventaba mil excusas para no llegar a cenar. Pilar lo esperaba con la cena caliente sobre la mesa hasta que se enfriaba. Poco a poco el amor que ella sentía por él murió. Una fría tarde

Doble vida.

El baile seductor de aquel hombre enmascarado le provocó un mar de sensaciones.  Su musculoso torso, sus piernas torneadas y esos bíceps, "oh my god" pensó, un minuto le bastó para imaginarlo acercándose a ella lleno de deseo. Los reflectores la iluminaron. Abrió los ojos como platos sorprendida de las coincidencias.  La silla en donde se había sentado era precisamente la escogida de la noche. Un baile privado era el premio. Alan, como se hacía llamar aquel hombre  ,se acercó a ella extendiéndole la mano.  ¡Esas manos! Tan masculinas y suaves a la vez la enloquecieron. Él sonrió, sabía perfectamente el efecto que provocaba en las mujeres. Seguro de si mismo colocó las manos de la chica sobre su abdomen.  Ella tembló, estaba nerviosa más  que excitada, era la primera vez que acudía a un lugar de ese tipo y, vaya recibimiento. Alan la sentó en una silla de metal y se posó encima de sus piernas. Era él mismo quien conducía las manos de la joven por encima de su cuerpo. Ella inte

Alguien como tu...

La segunda parte de la trilogía "Predestinados". El primer amor nunca se olvida y eso le queda muy claro a Irina, quien no ha podido superar la muerte de su primer novio, Joshep. Tras cinco años de haber desaparecido de su vida, finalmente decide superarlo, es entonces que el destino la reúne con scott, un excéntrico millonario, ocho años mayor que ella a quien conoció en una cena hace algunos años.  Scott Parker es un hombre de mundo, lleno de experiencia capaz de conquistar a cualquier mujer que se proponga fácilmente pero, Irina no es una de ellas. Impresionado por su deslumbrante belleza y juventud se propone hacerla suya a como de lugar, usará sus mejores técnicas de romanticismo y seducción para conquistarla. ¿Podrá esa idealización del hombre perfecto tambalearse ante la aparición de un viejo amor? Disponible en: Amazon

Regresa a mí...

Leyó la última frase de la carta en repetidas ocasiones. Le mortificó la idea de pensar que él se había marchado para siempre. Scott tocó la puerta, entró cuando ella no respondió a su llamado. La miró fijamente sin decir una palabra. Supo que su amor no era correspondido. El recuerdo de aquel antiguo novio era más fuerte de lo que creyó.
Apenas si podía respirar. Estaba totalmente nerviosa pensando en que respondería si él continuaba la pelea. Era un lucha de egos por ver quién tenía la mejor explicación. Ella lo miró, estaba furiosa con Axel. Su falta de interés, su carencia de compromiso...finalmente le habían colmando la paciencia. Él, estaba cansado de que Sky siempre quisiera ir un paso adelante. Tomarse las cosas muy a pecho. Dio un último trago a su cerveza, se levantó de la silla, regresó y la aventó estrellándola en la pared. Sky dio un brinco petrificada. Estaba más blanca que nunca, temblaba. -¡Vámonos! La sujetó violentamente del brazo. Derek, intentó calmar a su hermano sin éxito. -¡Es lo que querías, no!- gritó y la subió al auto. -¡No puedes manejar así! -Observa y aprende...-gritó molesto. Si bien era cierto que Sky lo sacaba de quicio de vez en vez, la amaba y estaba feliz por el bebé que venía en camino. A pesar que no hubiese sido planeado. Eran demasiado jóvenes para una responsabilidad

El último beso...

I Ema solía sentarse en la cafetería por las noches. Escribía parte de su tesis. Había cambiado de tema casi cinco veces. Realmente se quebraba la cabeza pensando cada una de las palabras que escribía. Nada le parecía. Podía pasar 20 horas frente a la computadora y al cabo de las mismas la hoja de word seguiría en blanco. Johnathan, el joven más prominente de la universidad la observaba siempre que la encontraba en la cafetería. Ella le sonreía y seguía trabajando. Eran dos polos opuestos, nunca se hablaron. Ella lo conocía porque leyó un artículo en el periódico de la escuela mientras esperaba a su amiga, Clare. Ema logró titularse en administración pero realmente no era su pasión. Prefería pintar. Intentó conseguir trabajo y al no tener suficiente experiencia se frustró. El dinero se acababa así que tuvo que aceptar un trabajo de meses de un bar. La paga era buena sin embargo lidiaba con piropos, abusos y malos tratos.  Una de la noches sirvió una mesa llena de hombr
A punto de dar el sí volteó. Lo vio parado, sin hacer nada. Aceptando el destino que a su parecer ella había escogido. Sus ojos se llenaron de lágrimas y al final dijo la tan esperada respuesta "Sí, acepto" Él ya nada podía hacer, ni siquiera arrebatarla de los brazos de ese tipo que ahora ostentaba el título de  "esposo". ¿Lo amas? preguntó mientras la abrazaba. Su respuesta fue tan fría que caló sus huesos "te amé a tí" y se fue, se fue dejándolo con un intenso vacío. Con una angustia y con una desesperación por haber sido tan cobarde.