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Mostrando entradas de 2017

¡Felices fiestas!

Les deseo una navidad llena de amor, paz y felicidad en compañía de sus seres queridos, así mismo un próspero año nuevo lleno de éxitos. Estas siguientes semanas no habrá publicaciones pero se reanudarán después del 8 de enero, martes y jueves. No olviden visitar mi blog.    ¡Feliz 2018!

Primer amor.

-¿Cuánto tiempo llevas viviendo aquí? -Llevo un año y medio, solo que al principio vivía en los dormitorios de la universidad. Me gusta esta libertad. Toda mi vida había vivido en Madrid pero un buen día decidí que quería vivir fuera de los reflectores y el acoso de la prensa. Vivir en un lugar donde nadie supiera quien era. Éste país me pareció bellísimo, le lave el cerebro a mi madre argumentando que quería conocer sus raíces. Mi padre no estuvo muy de acuerdo, pero mamá lo convenció así que heme aquí. -¿Entonces estás huyendo de tus papás? -Estoy aquí porque me gusta la libertad. Quería emanciparme pero decirlo tal cual le causaría un infarto a mi madre. Decidí cambiar la idea general y decir que quería estudiar fuera del país, qué mejor que conocer mis raíces. -Esa es una excusa perfecta -dijo Jamie. -¡Me pillaste! Al final resulto magnifico. He conocido personas maravillosas, he hecho buenas amistades y creo que me estoy acost

Antes de que te vayas.

A menudo me preguntaba cómo sería ser ella, era tan perfecta. Tenía una larga y hermosa cabellera ébano y yo juraba que no era el viento el que la movía sino él quien decidía la dirección que tomaría, la forma en que se curvaría y caería nuevamente sobre sus delicados hombros, siempre cubiertos por sedas finas o telas importadas. Tenía una exquisita forma de sujetar la taza de té, levantando involuntariamente el meñique y hasta sabía donde colocar justamente la mirada mientras bebía. Era tan elegante, no solo se debía a que había nacido en una familia adinerada, también se debía  a la educación que había recibido desde pequeña, misma que había tirado por la borda pues vivía de lo que había heredado, aunque para ser honesta no necesitaba nada más. Su sala estaba repleta de figuras de porcelana, colección de su madre, que había adquirido en cada uno de sus viajes a través del mundo. Algunas eran excepcionales otras parecían sacadas de una película de terror. En su comedor había un

El arrepentimiento.

17 de Julio. Querido diario, ha pasado mucho tiempo desde que no escribo y debo decirte que muchas cosas han cambiado en mi vida. Perdí como 14 kilos, me veo fabulosa y ahora soy yo quien no quiere saber nada de Ivan, quien por cierto, me llamó hace un par de semanas luego que me encontrara en el centro comercial comprando con una amiga. Me tapó los ojos y me pidió que adivinara quién era, ¡cómo diablos iba a saberlo! me costó mucho trabajo reconocer su voz y acababa de terminar con mi último novio. Tess se puso como loca y escuché entre risitas nerviosas que decía; es muy guapo. Entonces sujeté su mano, era Ivan, no me cupo la menor duda de ello y cuando susurré su nombre me abrazó y me sonrió. ¿En qué momento dejó de importarme su presencia? Lo saludé de la manera más indiferente y fría que pude y al percatarse de ello decidió despedirse y marcharse, me asqueó sentirlo cerca. Quizás le hizo lo mismo a Karen, salir con alguien más mientras estaban juntos. Qué más da, ya no

El rechazo.

5 de diciembre. Gabriel, un vecino y amigo de Ivan, se casó el pasado fin de semana. Como Ivan y yo habíamos comenzado a frecuentarnos creí que me invitaría a la boda, digo, de cualquier forma nos íbamos a encontrar allá. Esperé y esperé ansiosa verlo llegar, como 20 minutos antes de que decidiéramos irnos de la fiesta él apareció. Apareció tomado de la mano de otra chica, era delgada y bella, tenía tantas ganas de llorar, supongo que así se siente que te rompan el corazón ¿no? Jamás había llorado por alguien y nadie me había hecho sentir tan triste hasta se momento. Estábamos saliendo, nos hablábamos por teléfono y él simplemente decidió salir con alguien más. ¿Acaso me ilusioné demasiado con él? porque yo estaba segura que había algo entre nosotros, odié mi vida y justo en ese momento decidí que tenía que hacer algo con mi físico, empecé a verme defectos más allá de las virtudes que pudiera tener. Él no ha vuelto a llamar, supongo que fue la mejor manera que tuvo de decirme qu

Tanto en común.

15 de agosto. Salió en los periódicos que mi fiesta de 15 años había sido todo un evento social. Ivan no fue pero en su lugar fue su primo Josue y bailamos toda la noche, es muy lindo, no es mi tipo pero es lindo, parecía interesado en mi, que horror. Como sea, conocí a muchos niños esa noche, el fotógrafo incluido, era tan guapo y creo que también le gusté. Me sentí como un reina, creo que me veía hermosa en ese vestido y la coreografía me hizo lucir fabulosa, claro que la pista no era la que había escogido pero nadie lo sabía, bueno, sólo uno de mis primos pero no lo iba a decir a nadie. Hace un par de días me dejaron una tarea tan compleja que tuve que recurrir a todos mis primos para que me ayudaran a resolverla, casualmente mi mamá y la mamá de Ivan son amigas así que le habló de mi tarea y justo en ese momento iba pasando él así que se ofreció a ayudarme, según me dijo mi mamá. Fue como un sueño, él estaba a mi lado y yo trataba de controlar mis nervios, no es tan excéntri

La ventana.

15 de noviembre. ¿En dónde quedan los sueños cuando los adultos crecen? ¿por qué se pasan la vida lamentándose las cosas que no hicieron? ¿por qué se pierden las ganas de ser, de ir, de estar? Mientras escribía mis más profundos pensamientos en mi diario me acerqué a la ventana, pasaban de las 8, lo sé porque recuerdo haber escuchado las campanas de la parroquia llamando a misa. Hacía mucho aire y de pronto me pareció ver a dos personas escabullirse por el jardín entre los arbustos, eran Karen e Iván. Ese chico tenía toda la pinta de ser un don Juan, sonreía de una manera que hipnotizaba a cualquiera que lo viera de frente, conmigo eso no era necesario, ya me había ilusionado con él cada vez que lo encontraba en el autobús aunque él nunca volteaba a verme, creo que ni siquiera sabía que éramos vecinos. Recuerdo la primera vez que lo vi, fue una sensación indescriptible, él era tan atractivo, estaba en 5to grado de preparatoria, yo tenía como 12 años. A esa edad la mayoría de m

Primer amor.

Irina sabía que era una completa locura haber dejado que Joshep la siguiera. Pero tampoco tenía más remedio. Después de todo, él no parecía un maniático y mucho menos alguien que le diera descon anza salvo el hecho de ser un completo extraño que la seguía insistentemente desde que se habían encontrado. Pero decidió que era tiempo de liberarse de perjuicios. Había que ser precavida, pero no descon ar de todos sin darles una oportunidad. A parte podría ser una de las pocas oportunidades en las cuales conocería a un total extraño, ya que siempre la acompañaba alguien de la familia. -¿Se puede saber qué haces tan tarde en la calle? ¿Sales de la universidad? ¿En dónde estudias? -Muchas preguntas, ¿no crees? Parece que quieres saber mi vida en menos de cinco minutos. -Lo siento, simple curiosidad. No quise sonar entrometido o mal educado. -No, discúlpame tú. Es sólo que no acostumbro hablar con extraños. -Haces bien, eres una niña muy linda.

No sería igual.

Toqué la puerta varias veces y cuando abrió nos miramos un par de segundos fijamente a los ojos. -No quiero perderte de nuevo, no creo poder soportarlo otra vez pero no es mi intención tener un amante. -Sue no te pido que hagas nada, sólo quédate a mi lado, dejemos que el tiempo lleve las cosas nuevamente a su cauce. Déjame mostrarte lo mucho que te amo, esta noche no sólo se trata de una aventura sino de algo más profundo. Crucé los brazos y entré, pasara lo que pasara la decisión estaba tomada. Pasamos un par de horas hablando, riendo, recordando. Cuando el sueño nos venció nos recostamos sobre la cama, en medio de la oscuridad entrelazamos nuestras manos,  nos esforzábamos por no quedarnos dormidos. Sabíamos que tan pronto amaneciera, al igual que un sueño, terminaríamos por separarnos. -Cada vez que escuchaba nuestra canción en la radio pensaba en ti. A veces era difícil recordar cada rasgo de tu rostro, aún así me esforzaba por mantenerte siempre en mi memoria, por no dej

De otro modo.

A los 35 no era muy difícil hacer una lista de todas las cosas que había hecho mal en mi vida. Sabía perfectamente en qué y cuando me había equivocado. Él abrió la puerta de la suite y encendió las luces mientras yo tomaba un profundo respiro y reunía el valor para entrar, después de todo era lo que había estado esperando desde hacía 20 años. -¿Quieres un trago? -Sí, sería fabuloso. Dije y me quité el abrigo colocándolo sobre el sofá. Me acerqué a la ventana desde la cual se veía parte de la ciudad completamente iluminada por las luces de navidad,disimulé que no había visto su reflejo detrás de mi y fingí sorpresa al verlo a mi lado. Extendió su mano y me dio la copa. -Toma -dijo y se aflojó la corbata. -Tienes una vista maravillosa de la ciudad. -No me había percatado, la verdad es que solo vengo a dormir, paso el día ocupado atendiendo tantas cosas. -Claro -dije y bebí el licor de golpe sin cuestionarme qué me había dado. Nuestro noviazgo había terminado hacía tanto

Primer amor

El denso aire y un intenso ruido se hicieron presentes al entrar un nuevo tren en la estación, haciendo que su cabello cubriera por completo su rostro. Irina intentó apartarlo de los ojos, mientras que las hojas volaron y cayeron dispersas por el pasillo. Se apresuró a rescatar sus apuntes, pero de inmediato las puertas de los vagones se abrieron y la multitud bajó apresurada sin jarse por donde caminaba. Tuvo miedo de que alguien, en el descuido del apuro la pudiera pisar y no le quedó más que esperar. Cuando el pasillo se vació relativamente, el metro seguía detenido y sus puertas abiertas. Irina miró el reloj mientras recogía las hojas que estaban a su alcance. 10.20 pm. -Cómo se me pudo hacer tan tarde- murmuró. Se apresuró a recoger los apuntes sin darse cuenta que un joven la observaba jamente desde el interior del vagón. él miró su reloj, paso los dedos por su abundante y sedosa cabellera cast

Primer amor.

10 de octubre de 2003 Irina nunca había usado el transporte público, la idea de estar sola en medio de la noche le emocionaba. Por lo general nunca le permitían andar sola por la calle. Aquella noche, su primo Matt había salido a comprar material para instalar una red inalámbrica en la cafetería. Él siempre la dejaba en la esquina de su casa y ya era muy tarde como para seguir esperándolo, así que tenía que idear una excusa para irse sin que su tía la fuera a dejar a su casa. Mientras terminaba de limpiar las mesas, una idea vino a su mente. -¡Cielos! -¿Qué sucede pequeña? -¡Mira la hora, son casi las 10! Había olvidado por completo que tengo que llegar temprano mañana para la sesión fotográfica del anuario de la escuela. ¿No me harás esperar a Matt hasta las 11, verdad? Me refiero a que si no duermo lo suficiente, amaneceré con tremendas ojeras. -Puedes dormir en la sala de empleados en lo que él llega. -Sí pero de hacerlo me interrumpiría el sueño y después me costar

No sólo yo.

A menudo me pregunto si cometí un error al casarme con él, ¿en qué momento me convertí en un mueble más de esta casa? George se sentaba a leer el periódico en su sillón favorito después de cenar, mientras yo,  levantaba los platos. Podría tirarme al piso y retorcerme y aún así él no se dignaría a interrumpir su lectura y voltear a verme, es frustrante, todo aquí es frustrante. El sonido de la música que la señora Gillian pone cada noche, el ruido del motor del señor Lucas mientras intenta componer su auto y la molesta respiración de George que taladra mis oídos cada vez que inhala. ¿En qué momento nos dejamos de amar? ¿Cuándo nos atrapó la monotonía del matrimonio? Quizás nos casamos muy pronto, si volviera el tiempo atrás haría muchas cosas de manera diferente, no me casaría con él sabiendo lo raro que es, que era...en que se convirtió cuando descubrimos que no podíamos tener bebés. A veces se me olvida que no solo yo sufrí con la noticia, él también dejó de sonreír, de vivir

Nuevo libro.

Hola a todos! Les cuento que he tenido unas semanas pesadas y casi (más bien) no he tenido tiempo de enfocarme en mis posts. Estoy trabajando en una nueva trilogía que se llamará el hilo rojo, actualmente estoy escribiendo la primera parte y les cuento que estoy muy emocionada al respecto. Para este nuevo libro tengo algunas ideas que ya les vendré platicando, en cuanto a la promoción del libro, no quiero adelantarme ya que aún no tengo nada sólido como para prometerles una fecha de publicación, sin embargo,  lo más probable es que sea el año entrante. El hilo rojo ya se ha venido escribiendo en algunos posts que les he compartido así que ahora viene la historia completa de Elizabeth Sutton (Sky) y el guapísimo Johnathan Whitham. No se desesperen, es un cuento largo que debe ser escrito desde el principio para que entendamos por qué Elizabeth y John están unidos por ese misterioso hilo del destino. Será una historia llena de romance, odio, venganza y varias sorpresas. Saludos!

Destino Italia.

Hanna estaba perdida tratando de encontrar su lugar, recorrió las filas con el boleto en su mano y chocó con un par de personas antes de llegar a su asiento que resultó ser al lado de Ben. Aventó su bolso sobre el asiento y lo saludó con una extraña familiaridad que lo tomó por sorpresa. —Hola —abrió el maletero intentando subir su pequeña maleta. Él la observó inexpresivo, se encogió en el asiento y continuó leyendo su periódico pero su presencia por alguna razón le robaba toda su atención. El golpeteó que la joven dio a su valija intentando acomodarla en el maletero lo hizo lazar una pregunta.  —¿Quieres que te ayude?  Justo en ese momento, ella cerró la puerta y dio un brinco al asiento. —Tengo todo bajo control —respondió. Hanna volvió a sonreír con esa calidez que le quitaba el aliento a Ben. Se abrochó el cinturón y se recargó en el respaldo colocando las manos sobre sus rodillas. Él no pudo quitarle la mirada de encima, parpadeó un par de veces tratando de espab

Destino Italia.

Lanzó un profundo suspiro que hizo voltear a un hombre que pasaba a su lado. Ella lo observó a través del reflejo de la ventana. A primera vista su enigmática mirada la hizo interesarse en él, era muy atractivo aunque parecía algo rígido a juzgar por la precisión de sus movimientos al caminar, tenía cierto aire interesante. Su piel contrastaba con el tono oscuro de su ropa, por un momento pensó que quizá se dirigía a un funeral. Su corte de cabello enmarcaba perfectamente su rostro el cual no emitió ningún tipo de expresión durante el tiempo que la observó. Él atravesó el pasillo completamente erguido a pesar de lo alto que era y eso volvió a llamar la atención de Hanna, quien no le había quitado la vista de encima, su personalidad era imponente. Estaba anonadada con él, jamás imaginó que sus miradas se encontrarían y sin embargo lo hicieron.  Le sonrió y se sonrojó, bajó la mirada avergonzada, cruzó los brazos nerviosa y se enderezó instintivamente para después volver a su

Destino Italia

Hanna giró lentamente la perilla, se quitó los zapatos y entró sigilosa cerrando con cuidado la puerta, no quería hacer ruido ni despertar a Ben, eran poco más de las 5:15 y  pronto amanecería. Él estaba recostado encima del edredón, ni siquiera había destendido la cama. Tenía un libro entre sus manos y un montón de papeles, parecía que se había quedado dormido mientras trabajaba. Ella apartó lentamente el libro y las hojas y se recostó a su lado, lo admiró un par de minutos creyendo que estaba completamente dormido y  le susurró. —No podía dejar de pensar en ti, lamento haber tardado demasiado. Tuve esa extraña sensación de que te irías sin despedirte y que no te volvería a ver —lanzó un suspiro—, Andrew tiene razón... te quiero Ben. Hanna se acercó lentamente a sus labios y le dio un tímido beso para después cerrar los ojos y acurrucarse sobre su pecho hasta quedarse profundamente dormida. Benjamin abrió los ojos al sentir el calor de su cuerpo, había escuchado cada una de

Destino Italia.

—¿Qué te parece Taormina? —Sin duda es preciosa, aunque no he tenido el tiempo de recorrerla en su totalidad. —Siempre te pedí que hiciéramos este viaje juntos —reprochó en tono cordial. —Lo sé —respondió sonrojada. —Debo confesar que estoy decepcionado, supongo que ese tipo al que conociste en el aeropuerto te ofreció mejor compañía de la que yo te pude dar el tiempo que estuvimos juntos. —Mmm...las cosas no son como tú crees —tomó un respiro—, lamento que lo nuestro no hayan funcionado. No quise herirte —respondió arrepentida. —Pero lo hiciste, parece que tenías todo planeado —reclamó fingiendo darle poca importancia. Andrew se bebió su copa de un solo trago y la colocó con firmeza sobre la mesa. —No, nunca lo planeé de ese modo pero estaba tan molesta cuando descubrí tu engaño que no pensé las cosas  —se justificó  y pasó el dedo sobre el borde de su copa. —Sólo quería lo mejor para ti, tu idea de negocio era bastante descabellada, tal vez al banco le pareció fact

El hilo rojo 7

Anna corrió por el sendero tratando de huir de Axel. Él la perseguía desesperado tratando de alcanzarla, la linterna que llevaba en la mano emitía una difusa luz blanca, imperceptible entre los gruesos troncos de los árboles y las frondas. Cuando el camino terminó y se encontró frente al campo abierto ella se detuvo. Observó las montañas y se maravilló con la esplendorosa oscuridad del bosque en contraste con el cielo repleto de estrellas que destellaban en el firmamento.  Acarició con la punta de sus dedos el largo pasto y se abrió camino lentamente hasta llegar al lago en donde un grupo de luciérnagas revoloteaba. Pensó en Craig, no lo había hecho desde que huyó de casa, lo extrañaba pero sabía que era muy arriesgado buscarlo, estaba convencida de que algunas veces es mejor dejar las cosas como están. Sollozó y secó sus lágrimas frotándose los ojos. -¡Sky! La voz de Axel gritando su nombre la hizo voltear, el aire sopló gélido alborotando su cabello, lo apartó de su rostro,

Predestinados

Buscando a Sandra.

No interesaba que tuviera que repetirle diariamente lo mismo, lo importante era lo feliz que me hacía saber que estaba orgullosa de mi por el simple hecho de existir. Jamás imaginé que mi vida daría un vuelco. Una fresca tarde de abril mientras mi madre y yo conversábamos en el jardín, se volteó a verme, como si quisiera decirme algo y no se atreviera,  mientras se soplaba con su abanico de madera frunció el ceño y alzó una ceja. Me miró circunspecta y después prosiguió. -¿Quién eres tu? De inmediato me levanté de su lado y solté su mano, la miré con extrañeza, sería la primera vez que tendría uno de esos episodios de amnesia. Al principio no le di importancia, creí era la edad. Cuando los episodios fueron más frecuentes y duraron más fue que me di cuenta que la estaba perdiendo. Mis ojos se llenaron de lágrimas y entré a la casa en busca del teléfono del doctor Campbell. Mi madre sufría de Alzheimer y desde que el doctor confirmó el diagnostico los pronósticos no fueron nada

Una sospecha.

Él no tenía la intensión de someterme, sólo quería hacer feliz y para mí eso era más que suficiente. Cada vez que recorría mi cuerpo con sus manos, que besaba mi cuello y estrechaba mi pecho contra el suyo me hacía estremecer. No me importaba que tuviera un pasado, sabía que si aceptaba estar a su lado sólo seríamos él y yo. La única persona que me atormentaba era su hija, no estaba segura de que me aceptara. Me levanté de la cama y me puse una de sus camisas, bajé las escaleras sigilosa, no quería despertarlo, necesitaba pensar. Entré a la cocina y me serví un vaso de leche fría, mientras lo hacía me pareció ver una sombra en el jardín. Me acerqué a la ventana deseando que todo fuera parte de mi imaginación, creyendo que probablemente serían las ramas de los árboles secos y el viento los que estaban jugado con mi mente pero no, efectivamente había alguien escondiéndose entre los arbustos, tratando de cubrir su rostro en la oscuridad. Mi respiración se aceleró cuando una idea se

Emma.

El televisor estaba sin programación desde hacía un rato, la estática era el único ruido que inundaba la habitación, mientras yo, estaba sentada cerca de la ventana, pensando, sollozando en silencio. La boda de mi padre con Nicole era algo inminente. Aún me mortificaba el recuerdo de su partida, ese en el que él tomó su maleta y salió de la casa, la forma en que me aferré a su brazo para impedir que se marchara y como me tomó con firmeza por los hombros y me dijo viéndome a los ojos, "Ante todo esta la dignidad Emma" para luego soltarme y subir a su auto arrancando sin mirar atrás. Tenía poco más de 16 y lo único que pensé en ese momento fue en lo devastada que estaría mi madre pero no fue así. Al entrar a su habitación ella estaba sentada en el taburete frente al gigantesco espejo de estilo barroco, herencia de mis bisabuelos, se miraba fijamente como si fuera a delinear sus ojos pero en su mano sólo había una brocha llena de polvo traslucido. Me acerqué a ella y coloqué

Lo que pasa en las Vegas...

Nicole, esa desagradable mujer, daría lo que fuera por sabotear su boda. Al paso que voy quizás eso suceda pronto. Le di un sorbo a mi café y mientras lo hacía la vi cruzando la puerta, contoneándose y con una sonrisa de oreja a oreja. -¡Hola Emma! que bueno que aceptaste mi invitación -dijo y se sentó. -Sonabas muy preocupada -como si me importara lo que pudiera pasarle. -Bueno en realidad lo estoy. -¿Por qué? -Por ti. ¡Hipócrita! mi vida o lo que pueda pasarme no le concierne en absoluto. Si de verdad lo hiciera jamás se habría metido con un hombre que bien podría ser su padre y sin embargo esta sentada frente a mi con cara de compungida fingiendo que le importo. -¿Por mi? -Tu padre me dijo que vas a casarte el próximo verano, la verdad es que me sorprendió el comentario dado que no te veo muy emocionada. -No soy efusiva, particularmente no con extraños. -¿Dije algo malo? -Lo siento es que no me gusta hablar de nosotros. -Si en algo te puedo ayudar, a busca

Dominic.

Dominic Harrison era sin duda el hombre más obstinado que conocía. Desde niño su padre le dio poder ilimitado y eso lo hizo arrogante, insoportable. Era muy guapo, eso fue lo que en un principio me atrajo de él cuando lo conocí en una pool party organizada por Ed. Tenía un torso como de revista y me miraba con desdén cada vez que pasaba a mi lado, yo me sonrojaba y me volvía a la barra. En medio de la noche y bajo las farolas se acercó a mi y se sentó a mi lado, sus nudillos rozaron ligeramente mi brazo haciendo que volteara. Le dio un trago a su bebida y se aventó a la piscina, yo lo observé desconcertada. Comenzaba a hacer frío y la mayoría de los invitados estaban ebrios cuando él me colocó una frazada encima de los hombros, al parecer ni él ni yo habíamos bebido lo suficiente como para caer inconscientes al suelo. -No me gusta perder el tiempo con cursilerías, seré franco. O más bien grosero, pensé, y me limité a escucharlo sin siquiera murmurar. -Me gustas mucho y voy a

Nicole.

Estaba sentada en el lujoso diván francés de color ocre y grabados dorados en espera de que ella saliera por el pasillo con su vestido de novia. Ni siquiera se porqué acepté acompañarla, era una locura, si mi madre se enterara pegaría el grito en el cielo y se molestaría conmigo. Por solidaridad con ella tenía que odiarla, por la forma en que se había "apoderado" de la voluntad de mi padre también. De hecho tenía muchísimas razones para odiar a su querida. Con estas ojeras más que su hijastra parecía su madre, necesitaba descansar. Me froté los ojos, a penas había podido dormir, había salido de la casa de Ethan poco después de las 4 y cuando llegué a casa Lú estaba en la cocina tomando café, ¿quién toma café a las 4? más bien parecía que estaba esperándome. Esa mujer a veces es como una patada en el hígado, siento que me observa, me juzga y me critica con los demás sirvientes de la casa. -¿Y bien? Tan inmersa estaba en mis pensamientos que no me había percatado de la

Eddy.

Mi mejor amigo era lo que ningún padre hubiese querido en su casa. Eddy estudiaba teatro, una carrera sin futuro a decir de mi padre, un amigo poco confiable, juraba mi madre. Lo cierto es que éramos buenos amigos, era mi confidente y yo la suya. Si acaso dudan de que exista la amistad, la verdadera amistad, entre un hombre y una mujer bastaba con conocernos para comprobarlo. Era verdad que durante un tiempo estuvo interesado en mí pero yo me encargué de ponerle las cosas en claro y decirle que no planeaba acostarme con él nunca. Dicho lo anterior nos hicimos mejores amigos. Era un mujeriego, aunque a veces yo misma dudaba de sus conquistas. Nunca podíamos hablar con seriedad respecto a nada, siempre respondía con sarcasmos o comentarios mal intencionados que terminaban por hacerme reír. Pero en el fondo era una buena persona y lo apreciaba. -¿Que te dijo entonces? -Nada, decidí colgarle, no quería hablar con él. ¿Crees que se enoje mucho? -Seguramente. Pero si se atreve a

Ethan.

Cada vez que entraba a su oficina sin avisar lo encontraba leyendo un libro, él levantaba la mirada lleno de sorpresa por mi osadía y se quitaba los lentes que usaba exclusivamente para leer, hacía una mueca y se ponía en pie. Se acercaba a mi como un perrito asustado con las manos en los bolsillos de su pantalón esperando mi reacción, le ponía el seguro a la puerta y después de que lo hacía  yo me prendía de su cuello para luego darle un apasionado beso en los labios mientras él me sujetaba con vigor por la cintura. No era un capricho como en su momento llegó a creerlo Eddy, mi mejor amigo, realmente estaba enamorada de él, nunca nadie me había tratado de la forma en que él lo hacía. Ethan se había divorciado hacía poco más de 8 años, su hija tenía 2 cuando eso pasó, ella y su ex esposa se quedaron en Canadá, a la niña, Sophie, la veía en verano y algunas veces en navidad, con su ex esposa tenía una relación cordial aunque no eran amigos. Ella lo había engañado con su jefe, para c

Culpables.

Él no era el tipo de hombre que me hubiera llamado la atención en la calle, es decir era guapo, interesante sin duda, inteligente, pero taciturno. Dominic era todo lo contrario, era dominante, intenso. Cada mañana pasaba por mí en su deportivo, nunca se bajaba a abrirme la puerta, ni siquiera volteaba a verme cuando subía a su auto pero, tan pronto como me abrochaba el cinturón de seguridad, colocaba su mano con firmeza sobre mi muslo y me miraba soslayo al arrancar. Era apasionado, no le importaba el lugar donde estuviéramos, me sujetaba de la cintura y acercaba su pelvis mientras me besaba suavemente el cuello hasta hacerme estremecer y perder los estribos. Nunca dejaba que estuviera indispuesta, siempre se hacía lo que él quería y mi voluntad flaqueaba a su merced. Por aquel entonces tenía 22 y estaba haciendo mi tesis. Mi padre estaba a punto de casarse con su nueva adquisición, una zorra trepadora quizás unos meses mayor que yo. Dominic solía decirme que si a mi madre no le