El televisor estaba sin programación desde hacía un rato, la estática era el único ruido que inundaba la habitación, mientras yo, estaba sentada cerca de la ventana, pensando, sollozando en silencio.
La boda de mi padre con Nicole era algo inminente. Aún me mortificaba el recuerdo de su partida, ese en el que él tomó su maleta y salió de la casa, la forma en que me aferré a su brazo para impedir que se marchara y como me tomó con firmeza por los hombros y me dijo viéndome a los ojos, "Ante todo esta la dignidad Emma" para luego soltarme y subir a su auto arrancando sin mirar atrás.
Tenía poco más de 16 y lo único que pensé en ese momento fue en lo devastada que estaría mi madre pero no fue así. Al entrar a su habitación ella estaba sentada en el taburete frente al gigantesco espejo de estilo barroco, herencia de mis bisabuelos, se miraba fijamente como si fuera a delinear sus ojos pero en su mano sólo había una brocha llena de polvo traslucido.
Me acerqué a ella y coloqué mi mano sobre su hombro.
-Nadie tiene que saberlo -dijo con la voz entre cortada.
Y nadie lo supo sino hasta que un año más tarde llegó la demanda de divorcio. Mi madre estaba enterada de los motivos por los cuales él se fue pero nunca me dijo nada, para mi fue toda una revelación enterarme.
Una tarde, mientras estaba sola en casa, él apareció con ella, Nicole. Aquella mujer tenía toda la pinta de ser una trepadora, la odié desde que cruzó la puerta y me sonrió pavoneándose colgada de su brazo, ese al que yo me aferré alguna vez.
Él parecía otro, se veía feliz, más joven, lleno de vida y vi un precioso anillo de diamantes en su huesudo dedo, entonces lo supe, mi padre estaba dispuesto a rehacer su vida sin incluirme en ella.
Tuve ganas de echarme encima de ella y arrancarle el cabello con las manos, rasguñar su cara, pero recordé sus palabras "ante todo esta la dignidad" y entonces curvé los labios y la odié un poco más.
No podía casarme con Dominic, no debía hacerlo, yo amaba a Ethan pero él ya tenía una vida y yo no tenía la certeza de que él quisiera volver a empezar conmigo, además estaba su hija, entendía perfectamente su postura, seguramente me odiaría y a diferencia de Nicole para mí su opinión sí era importante.
El teléfono sonó sacándome de mis pensamientos, apagué el televisor y vi la hora, pasaban de las 3, era Dominic, me estremecí, tenía que contestarle.
La boda de mi padre con Nicole era algo inminente. Aún me mortificaba el recuerdo de su partida, ese en el que él tomó su maleta y salió de la casa, la forma en que me aferré a su brazo para impedir que se marchara y como me tomó con firmeza por los hombros y me dijo viéndome a los ojos, "Ante todo esta la dignidad Emma" para luego soltarme y subir a su auto arrancando sin mirar atrás.
Tenía poco más de 16 y lo único que pensé en ese momento fue en lo devastada que estaría mi madre pero no fue así. Al entrar a su habitación ella estaba sentada en el taburete frente al gigantesco espejo de estilo barroco, herencia de mis bisabuelos, se miraba fijamente como si fuera a delinear sus ojos pero en su mano sólo había una brocha llena de polvo traslucido.
Me acerqué a ella y coloqué mi mano sobre su hombro.
-Nadie tiene que saberlo -dijo con la voz entre cortada.
Y nadie lo supo sino hasta que un año más tarde llegó la demanda de divorcio. Mi madre estaba enterada de los motivos por los cuales él se fue pero nunca me dijo nada, para mi fue toda una revelación enterarme.
Una tarde, mientras estaba sola en casa, él apareció con ella, Nicole. Aquella mujer tenía toda la pinta de ser una trepadora, la odié desde que cruzó la puerta y me sonrió pavoneándose colgada de su brazo, ese al que yo me aferré alguna vez.
Él parecía otro, se veía feliz, más joven, lleno de vida y vi un precioso anillo de diamantes en su huesudo dedo, entonces lo supe, mi padre estaba dispuesto a rehacer su vida sin incluirme en ella.
Tuve ganas de echarme encima de ella y arrancarle el cabello con las manos, rasguñar su cara, pero recordé sus palabras "ante todo esta la dignidad" y entonces curvé los labios y la odié un poco más.
No podía casarme con Dominic, no debía hacerlo, yo amaba a Ethan pero él ya tenía una vida y yo no tenía la certeza de que él quisiera volver a empezar conmigo, además estaba su hija, entendía perfectamente su postura, seguramente me odiaría y a diferencia de Nicole para mí su opinión sí era importante.
El teléfono sonó sacándome de mis pensamientos, apagué el televisor y vi la hora, pasaban de las 3, era Dominic, me estremecí, tenía que contestarle.
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