Desde hace tiempo ya no pertenecía a este mundo. Bastó solo con que abriera los ojos para que se diera cuenta de lo tonta que había sido al dejarse manipular por las masas.
¿Qué diablos tenía en la sangre?, se observó las venas, apretó la mano derecha y recargó la izquierda sobre la ventana mientras observaba en el horizonte como se iba formando una especie de tormenta de arena, el domo los mantenía a salvo. Dentro de dos minutos oscurecería en el interior de Gaia, aparecerían las estrellas en el cielo y dejarían de ver lo que pasaba en las afueras del paraíso.
Alexa necesitaba saber si lo que contaban las leyendas era cierto, necesitaba salir del domo y comprobar con sus propios ojos que afuera no había nada de interés, que estaban a salvo en Gaia, que ese confinamiento era toda la vida que tendrían.
El toque te queda empezaría al caer la noche, si quería salir debía hacerlo ahora o de lo contrario tendría que esperar al día siguiente para intentar, nuevamente, quebrantar las reglas.
Escuchó el timbre del ascensor, abrió la puerta de su departamento y echó un vistazo por el pasillo, no había nadie. Todos estaban a punto de ponerse a dormir.
Aprovechó el inicio de la oscuridad para escabullirse por los pasillos y correr a las escaleras, sabía que ahí no había cámaras porque todos preferían la comodidad de un ascensor lleno de entretenimiento antes que usar unas lúgubres escaleras aburridas.
Desde el piso 11 le pareció un infinito caracol, conforme fue bajando los peldaños una extraña sensación la invadió.
Su corazón empezó a latir más rápido, se sofocó, nunca antes había usado unas escaleras, no creyó que fuera algo agotador. A menudo veía como los empleados del edificio subían y bajaban por ahí.
Al llegar a la puerta trasera del edificio se percató de que había un constante patrullaje en la calle, vio como sometían a alguien que estaba a deshoras comprando en la tienda y a un par de personas más que se habían entretenido con sus dispositivos.
Había escuchado de las amonestaciones en las noticias pero nunca había visto una en la vida real.
Alexa no quería perder sus privilegios y volverse una salvaje, estaba muy habituada a su vida llena de lujos y comodidades. Si estaba afuera era porque tenía curiosidad.
Recorrió las calles huyendo de las redadas hasta que finalmente llegó a un enorme edificio de puertas metálicas, el final del domo estaba resguardado dentro de aquellas paredes de concreto. Al otro lado se escuchaban gritos, gemidos, algo que no pudo entender, necesitaba entrar.
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