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El hilo rojo: parte 2

 Era sábado por la tarde cuando Costa visitó al doctor Robert Nolan. Había hablado con su secretaria previamente y esta le había dicho en dónde estaría.

A pesar de que Robert tenía un suntuoso consultorio en Manhattan, le fascinaba hacer trabajo social. 

Los sábados atendía un centro de reintegración social y por las tardes daba terapia a alcohólicos y drogadictos en una capilla no muy lejos de Prospect.


 Costa entró a la capilla y se sentó en la parte trasera mientras escuchaba la plática del doctor Nolan. Cuando esta finalizó se puso en pie y se acercó a él.


—Lo felicito, nunca había escuchado a nadie hablar con tal elocuencia.


—Gracias, perdona no escuché tu nombre -dijo mientras guardaba sus libros.


—Edmon Costa. Hablé con su secretaria esta mañana, no sé si le dijo.


—Claro, el oficial de Hill Crest.


—Me gustaría hacerle un par de preguntas si tiene tiempo.


—No veo en qué pueda ayudarlo.


—Sé que estuvo en Hill Crest hace unos días, supongo que lo pusieron al tanto de la reaparición de Michel.


—Nada de eso, fui por otros asuntos que nada tienen que ver con él. La policía no me ha contactado, lo que sé es lo que he leído en los periódicos y no ha sido mucho.


—Seré honesto con usted porque considero que ya lo han hecho perder mucho tiempo.


—Se lo agradezco pero no entiendo lo que intenta decirme.


—Hace unos meses encontramos el cuerpo de una mujer en un barranco. Hill Crest  se caracteriza por ser un condado en donde ese tipo de eventos no suceden con frecuencia así que llamó la atención de todos. Recién habíamos salido de una serie de eventos desastrosos y la gente estaba nerviosa, no queríamos que esta nueva noticia escandalizara a la población así que ocultamos la información. Sin embargo me di a la tarea de hacer una serie de investigaciones manteniendo un bajo perfil. Descubrí que el cuerpo de la mujer pertenecía a Lori Barret.


—Lori -musitó con tristeza y bajó la mirada.


—Veo que la conoce.


—Era la novia de Hammer. Estuvo presente en el juicio en el cual le otorgaron su libertad.


—Mis investigaciones llamaron la atención de un detective que residía en Nueva York, Pearce. Él seguía la pista de Hammer desde hacía tiempo. Fue entonces que decidió visitar Hill Crest. Su audacia lo llevó rápidamente a sospechar de un miembro de nuestra comunidad...un respetado miembro de nuestra comunidad que se hacía llamar George Reagan.


—Hammer.


—Así es, fuimos realmente estúpidos al no percatarnos de que un criminal vivía bajo nuestras narices.


—Si sabía en dónde estaba Hammer por qué no lo atrapó.


—Él lo asesinó antes de que pudiéramos arrestarlo.


—Lamento escuchar eso -dijo y tomó una profunda bocanada de aire-. No sé cómo puedo ayudarlo. Ha pasado mucho tiempo desde aquel día en el que me arrebataron la vida y he tratado por todos los medios de superar esos recuerdos. Si me disculpa se hace tarde y aún tengo asuntos que atender -dijo y se dio la media vuelta.


—Encontré el expediente de Blake entre los archivos que Pearce tenía en su computadora -interrumpió ansioso-. Quiero ayudarlo doctor Nolan.


—Se lo agradezco oficial pero llega muy tarde, Blake está muerta y el caso archivado.


—Tengo entendido que nunca encontraron su cuerpo, solo su ropa llena de sangre o me equivoco. 


—No eres el primero que se presenta ante mí queriendo resolver el caso y el resultado es siempre el mismo.


—Sé que ha pasado mucho tiempo y entre más pase las cosas serán más complicadas pero tengo los argumentos suficientes para asegurarle que esta vez el resultado será diferente. 


—Dime exactamente qué es lo que buscas.


—Necesito que me dé acceso a toda la información que tenga. Lori no era la única persona que sabía en dónde está Blake.


—Hammer no va a hablar nunca.


—Cuando lo atrape lo hará.


—De verdad crees que lo atraparás. 



—Desde luego, él tiene que pagar por todo el daño que ha hecho.


—Deseo tanto creer en lo que me dices, pero desde años me convencí de que eso es imposible.


—¿No quiere saber qué pasó con su hija?


—El tiempo sepultó la esperanza que tenía de encontrarla.


—Usted merece saber la verdad.


—Le daré lo que tengo, no es mucho pero tal vez sirva para despejar sus dudas.


—¿Acaso usted no las tiene?


Nolan forzó una sonrisa.


—Si quiere podemos ir ahora mismo a mi casa, no está muy lejos de aquí.


—Seguro.


Ambos salieron de la capilla y caminaron por la calle hasta donde se encontraba el auto de Nolan.

Costa se detuvo, lo miró pensativo y prosiguió.


—Lori vivía con una joven que tendría más o menos de la edad de Blake.


—Debió embarazarse después del juicio, ella recién había tenido una pérdida cuando capturaron a Hammer.


—Blake tenía 3 años al momento de su desaparición, ¿cierto?


—2 años 11 meses y 15 días exactamente.


—Supongo que se parece a usted.


—Un poco, tenía los ojos azules como los de mi esposa.


—¿Azules?, ¿Tiene alguna foto de ella?


—Muy pocas en realidad -dijo y sacó una de su cartera.


—Quiero decir de Blake -agregó ruborizado al ver las fotos de su esposa.


—No, las fotos que tenía de ella fueron robadas de su habitación el día que desapareció.




Costa guardó silencio, no había forma de que comprobara su teoría sin que Nolan descubriera sus verdaderas intenciones.

Nolan abrió la puerta de su auto, aventó su abrigo y su portafolio al interior.


—Veo que trae su auto.


—Sí, lo seguiré.


—De acuerdo.


Tan pronto como llegaron al departamento de Nolan, Costa dio un discreto recorrido mientras esperaba.


—¿Cree que Blake está muerta?, quiero decir más allá de las pruebas que le entregaron, qué le dice su instinto de padre.


—Hace mucho que solo me guía la razón.


—Por qué.


—Han pasado 14 años desde que desapareció. Hoy más que nunca estoy convencido de que jamás sabré lo que pasó con ella y mucho menos atraparán a ese asesino. 


—Atraparé a Hammer y encontraré a Blake, se lo prometo.


—Agradezco su intención.


Nolan le entregó una caja con todas las investigaciones que habían hecho a lo largo de estos años, su acta de nacimiento, constancias médicas y parte de su ropa.


—Es todo lo que tengo, no creo que sea de mucha ayuda.


—¿Es su esposa? -preguntó al observar un retrato que estaba sobre la repisa de la chimenea.


—Sí, la última foto que tengo de Regine, estamos en nuestra casa de playa en Portland.


—Era muy linda. 


—Blake se parecería a ella, de eso estoy seguro.


—Le avisaré en cuanto tenga avances en el caso.


—Lo que diga.


—Gracias por su ayuda doctor -dijo y le dio su tarjeta-. Si recuerda algo más no dude en llamar.


—Lo haré.



Costa se dirigió al hotel, estaba lleno de dudas tras hablar con Nolan. Al llegar a su habitación sacó las cosas que Robert le había proporcionado y las puso en el suelo.

Cada cosa era una pista del acertijo. El cuerpo de la niña nunca apareció y Anna sobrepasaba el rango de edad que podría tener Blake, no podía tratarse de la misma persona. 

Se sintió furioso con Craig por haber traspapelado el expediente de Elizabeth. Estuvo a punto de guardar todo hasta que vio algo oculto en el fondo de la caja. Era una diminuta bolsita de tela, al interior un mechón de cabello perteneciente a Blake y pensó en Donna.


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