Él jamás reconocía todas las cosas que Aby hacía.Se limitaba a sentarse en la mesa y comer lo que le servía mientras la ignoraba por completo atendiendo sus asuntos.
Cuando terminaba se levantaba de la mesa y se iba a la habitación.Ella se quedaba varias horas más en la cocina limpiando todo el tiradero.
A veces se dormían a la misma hora pero por lo general ella se despertaba 2 horas antes para dejar todo listo en su casa antes de irse a trabajar, claro que él jamás notaba eso.
Poco le importaba si se sentía triste, si estaba feliz, ignoraba su conversación, sus sueños, sus esperanzas, fijaba su mirada en el celular y ni siquiera volteaba a verla a los ojos hasta que un día ella simplemente comenzó a actuar de la misma forma en que él lo hacía.
Las cosas en la cocina eran diferentes, mientras su esposo se dedicaba a denigrar su trabajo alguien elogiaba su empeño, la hacía sentir útil, importante.
Aby estaba sentada en uno de los bancos de la cocina, el servicio había terminado pero ella aún no se marchaba, sollozaba en medio de la penumbra creyendo que estaba sola, aquella mañana había peleado con Ben.
El chef Da Silva se acercó a ella sorprendiéndola con un plato de Sacher. Se levantó de inmediato y lo miró con sorpresa.
-¡Chef!
-No hay nada en el mundo que alivie una pena más que un delicioso pastel. -Dijo sonriéndole.
-Discúlpeme no volverá a pasar.
-No te estoy recriminado, en realidad admiro tu temple, tus ganas de aprender y tu talento.
-Gracias, será mejor que me vaya, es tarde y deben estar esperándome.
Aby salió corriendo de la cocina, jamás creyó que Da Silva, un hombre que parecía tener un pésimo carácter en la cocina tuviera ese detalle con ella.
Cuando terminaba se levantaba de la mesa y se iba a la habitación.Ella se quedaba varias horas más en la cocina limpiando todo el tiradero.
A veces se dormían a la misma hora pero por lo general ella se despertaba 2 horas antes para dejar todo listo en su casa antes de irse a trabajar, claro que él jamás notaba eso.
Poco le importaba si se sentía triste, si estaba feliz, ignoraba su conversación, sus sueños, sus esperanzas, fijaba su mirada en el celular y ni siquiera volteaba a verla a los ojos hasta que un día ella simplemente comenzó a actuar de la misma forma en que él lo hacía.
Las cosas en la cocina eran diferentes, mientras su esposo se dedicaba a denigrar su trabajo alguien elogiaba su empeño, la hacía sentir útil, importante.
Aby estaba sentada en uno de los bancos de la cocina, el servicio había terminado pero ella aún no se marchaba, sollozaba en medio de la penumbra creyendo que estaba sola, aquella mañana había peleado con Ben.
El chef Da Silva se acercó a ella sorprendiéndola con un plato de Sacher. Se levantó de inmediato y lo miró con sorpresa.
-¡Chef!
-No hay nada en el mundo que alivie una pena más que un delicioso pastel. -Dijo sonriéndole.
-Discúlpeme no volverá a pasar.
-No te estoy recriminado, en realidad admiro tu temple, tus ganas de aprender y tu talento.
-Gracias, será mejor que me vaya, es tarde y deben estar esperándome.
Aby salió corriendo de la cocina, jamás creyó que Da Silva, un hombre que parecía tener un pésimo carácter en la cocina tuviera ese detalle con ella.
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