Ese laberinto en el que se encontraba la sofocaba. Regan, la sofocaba. No era el hombre más atractivo del planeta sin embargo, algo tenía que la hacía permanecer a su lado a pesar de las diferencias que tenían. Ella ya no sonreía de la misma manera en que solía hacerlo. Sentía que la monotonía le pesaba en los hombros y se incrustaba en su pecho. Salió como todas las mañanas rumbo al trabajo. Se detuvo en la parada y miró hacia ambos lados de la calle. Tan fácil sería huir...¿por qué no intentarlo? Abordó el autobús, se sentó cerca de la ventana y segundos después un extraño se sentó a su lado. -Lindo día ¿no le parece? Bianca miró a la misma dirección que aquel hombre y sonrió. A final de cuentas, no todo estaba completamente perdido.
Autora de libros de romance