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Mostrando entradas de marzo, 2018

Primer amor.

-¡Aquí estoy! - dijo sonriendo. Joshep se acercó, la tomó del cuello y la besó hasta robarle el aliento. Irina se tambaleó un poco. Eran poco más de las once de la mañana. -Era Enrique, estaba preocupado por mí. Él y Jamie nos esperan en Marte y Venus para almorzar, le dije que lo llamaría. -¿Por qué?- -Bueno, no sabía si tú querías ir -la tomó con suavidad de la barbilla- ¿Cómo te sientes? Irina se sonrojó y nerviosa, se pasó un mechón por atrás de la oreja bajando la mirada. -Bien. Será mejor que vayamos a comer algo. -¿Te parece bien el lugar? Si quieres podemos decirles que nos vemos en otro lugar. -No, me gusta la comida que sirven ahí. Iré a arreglarme un poco y estaré lista en unos minutos. -De acuerdo, esperaré entonces. Marte y Venus estaban rodeado de plantas orgánicas, era un lugar muy fresco que inspiraba paz. Jamie y Enrique estaban sentados en

Gabriel.

-Esto no esta bien, no debí salir contigo esa noche, ni los días siguientes, no debí contestar tus mensajes, ni verte en la comida, no debí pensar en ti los fines de semana. -Él te dio permiso de todo eso. -Él estaba ocupado. -Él nunca te atiende y eso es tan triste, te deja sola, jamás te pone atención, no le interesa con quién hablas o a dónde vas. -Esta trabajando. -Yo jamás te haría algo así, te tendría en un pedestal y lo sabes. Necesitas a alguien que te cuide, que te ame, que se ocupe de ti. -Él me ama, a su manera, tenemos una historia juntos. -No de la forma en que yo lo hago. -Tú no me amas, cuando se te pase la locura por mi me dejarás al igual que a toda la mujeres con las que seguramente has andado. -Solo tú. -¡Por favor! -Bueno tal vez son varias pero solo tu me haces sentir enamorado, contigo me casaré. -Eso es imposible. -¿Por qué? -Porque no me voy a divorciar. -Podría hablar con él, decirle lo que pasó entre nosotros sabes. -¿Lo harías

Primer amor.

El sonido del timbre despertó a Irina. Volteo a ver su reloj digital, las siete en punto. Se puso una sudadera y bajó las escaleras mientras el timbre no dejaba de sonar. Se amarró el cabello antes de abrir la puerta. -Necesitamos hablar Irina. Joshep aprovechó la sorpresa de Irina para entrar y cerrar la puerta. Irina lo observó con la boca abierta, no sabía que decir, la había tomado por sorpresa, era muy temprano como para que la visitara. -¿Quieres algo de tomar? Joshep se extrañó ante el ofrecimiento y sonrió. -Nada, ven siéntate conmigo -la tomó de la mano y la llevó al sillón-. Te amo tanto, cada día te amo más que el anterior. Sé que no debí desaparecerme así nada más pero tenía que hablar con mi madre respecto a... ya sabes, mi padre. -¿Y bien, qué fue lo que te dijo? Me asustas Joshep, ¿de qué se trata? -Mi padre no es un asesino. -¡Qué bueno Joshep! ¡Es una noticia maravillosa! -Irina Se emocionó ab

La confesión.

- Totemo kirei ni arigatō -dijo mientras le sonreía a la joven mesa quien le rospondió entre risitas que trataba de ocultar detrás de la bandeja. -¿En dónde aprendiste a hablar japones? -Mi ex esposa era japonesa. -Así que estuviste casado, vaya sorpresa, pensé que nunca lo habías hecho. -Iba a decírtelo. -No tenías que hacerlo. -Estoy loco por tí Berenice, no quiero guardarte nada. -¿Y qué pasó entonces? -Bueno ella se aburría mucho en la casa, no podía trabajar y yo pasaba todo el día fuera, algunas veces la llamaba  para decirle que estaba en junta -soltó una carcajada-,  en realidad estaba en un hotel. Al final decidió volver a Japón. -¿La engañabas? -Varias veces. Crucé los brazos por encima de la mesa y lo miré desafiante. -Harás lo mismo conmigo. -Contigo es diferente, jamás me había enamorado. Pensé que era absurdo de su parte decir tal cosa conociendonos tan poco. Metí la cuchara en el vaso repleto de gelatina de café con crema dulce, supongo que cr

Primer amor

-¿No preguntarás mi nombre? -¡Lo siento! ¿Cómo te llamas? -¡Ah! -esbozó una sonrisa sínica, cruzó los brazos y la miró con sus profundos ojos zafiro-. No lo hagas por compromiso -dijo sarcástico. -Lo siento, no era mi intención -se sonrojó apenada ante las palabras de aquel joven que la miraba desinhibido. -Descuida, estoy jugando. Me llamo Scott. Irina le dio la mano, era una sensación familiar. Se sorprendió que su memoria sensorial recordara con total claridad las manos de ese extraño con el que se topó la noche de la esta. Enrique caminaba por los pasillos de la facultad al momento que vio a Irina platicando con Scott. Decidió gritarle para alertarla de su presencia antes de que se acercara a ella. -¡Irina! La breve conexión que hubo entre ella y Scott se rompió en el momento que Enrique comenzó a acercarse. Ella se despidió, le sonrió y caminó para alcanzar a Enrique. -¡Enrique!- Se alegró abrazándolo

Éramos uno

Mientras los dados giraban en el aire lo observé en silencio. Pensé en que cada quien tenía una vida, en lo lejos que estábamos de realizar nuestro febril sueño de juventud, en las probabilidades que ambos tendríamos de finalmente terminar juntos. Éramos y no éramos los mismos, teníamos los años encima pero él seguía siendo tan atractivo como la primera vez que lo vi. Cuando los dado cayeron sobre la mesa se llevó las manos a la boca lleno de sorpresa. No era dinero lo que habíamos apostado, era nuestro presente. Me miró lleno de entuciasmo y yo volteé hacia la mesa, el destino estaba escrito. -No quiero dejar las cosas al azar. -No lo hagas. -Esto es terriblemente absurdo -dije nerviosa. -Hicimos una apuesta ¿te echarás para atrás? -No es eso es que... -Aún te quiero, a pesar de todos estos años aún siento esa terrible necesidad de despertar a tu lado, de besarte, de hacerte el amor y recargar mi cabeza sobre tu regazo. No se que hubiera hecho si nunca más te volvía a

primer amor

Joshep se dirigió a la casa de Irina completamente molesto y pensativo. Había tomado la decisión de alejarse para no causarle más daño, pero en cuanto abrió la puerta, se lanzó sobre ella. La atrincó contra la pared cerrando la puerta con el pie. La besó hasta dejarla sin aliento, con tanta entrega que ella sintió una explosión dentro de su cuerpo que la hizo apartarlo de inmediato. Sin darse cuenta, ella corrió hacia las escaleras, pero él la atrapó y la llevó al sillón recostándola suavemente. Continuó besándola insaciable, recorriendo su cuerpo sobre la ropa, acariciando cada parte de su cuerpo hasta que nalmente le abrió el suéter de algodón amarillo y deslizó sus manos por debajo de la delgada blusa verde de lycra. Sus cuerpos se acercaron más, ella estaba atrapada debajo de él, sintiéndolo, deseándolo, llena de excitación y entregada al momento. El teléfono sonó. -¿Debes contestar?- murmuró, interrumpiendo sus besos solo para hacer la pregunta. -S

Primer amor.

-Sí que es una coincidencia, de uniforme luces más hermosa que la noche en que tropezamos en la puerta del Hotel Real. Irina volteo a ver al joven que le hablaba, su voz le pareció familiar. Era imposible olvidar un rostro tan perfecto como ese. -¿Más? -dijo esbozando una pequeña mueca de satisfacción ante el cortejo. -Así es, sin tanto maquillaje con el cabello menos dramático y... -la observó de pies a cabeza–. Menos alta, comenzaba a preocuparme. Por cierto, ¿cómo sigue tu tobillo? -¿Mi tobillo?- dijo extrañada por la pregunta-. Sí, ¿recuerdas la esta? ¿Caíste en mis brazos?  Irina se sonrojó al recordarlo. -¡Oh, cierto! bien, gracias. -Bueno y qué haces por aquí, ¿te puedo ayudar en algo? -Estoy buscando la facultad de ingeniería- dijo consiente de que él no le quitaba la vista de encima y disimulando las ganas que tenía de verlo a los ojos. -Te puedo llevar si quieres, ¿v

primer amor

Caminó por el hotel en busca de Jamie o Enrique, pero no los vio. Entonces suposo que habían ido a buscar a Joshep. Se dirigió lo más rápido que pudo a la puerta pero su tobillo falseo cerca de la entrada, cayendo en los brazos de un joven que llegaba al momento que ella intentaba salir. Él era alto, blanco de cabello ébano y ojos azules, el hombre la distrajo de su objetivo y su cercanía la puso nerviosa. -¡Lo siento!- Dijo sonrojada al verse entre sus brazos. -¿Te sientes bien?- dijo con voz varonil mientras la ayudaba a estabilizarse. -Sí gracias, sólo me torcí el tobillo. Irina se quedó fría ante la profunda mirada de aquellos ojos que la observaban jamente. Ella bajó la mirada, se sonrojó ante la insistente jación de ese hombre que la ayudó a no caer al suelo. Sus manos eran muy suaves, delgadas y masculinas. Su rostro resplandecía con el smoking que llevaba. Un diminuto mechón se salió de lugar, rápidamente lo acomodó pasándose los dedos por