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Mostrando entradas de octubre, 2016

Después de ti

Nina se acercó a la recamara y se paró frente a la entrada.  —Alexander y yo no podemos quedarnos más tiempo del programado, tenemos otros compromisos.  —¡ No puedes desairarnos de ese modo! Es el gran momento de tu hermana, tienes que estar presente.  —Lo siento pero ustedes cambiaron los planes sin avisarnos.  —¿ Eso quiere decir que no te quedarás? —preguntó ofendida.  —Tu madre tiene razón, —interrumpió Alexander acercándose a ella para abrazarla—. Yo no tengo inconveniente en que nos quedemos, un día no hará la diferencia.  Nina sonrió y volteó a ver a su madre resignada.  —¡ Perfecto! entonces los esperamos esta noche a las nueve en el Wilhelminenberg. A propósito, no necesito recordarte hija el código de vestimenta para el evento de mañana.  —Desde luego que no.  —Vendrán amigos de Douglas y otros funcionarios importantes —dijo dirigiéndose a él mientras caminaba hacia la salida—. ¿Ya hablaste con Hayden?  —Ya.  —Jeremy era el novio de Nina, claro que eso ya debes saberlo. No te

¿Me dejarás partir?

Ella lo miró inquieta, sabía que tenía que terminar de una buena vez por todas con las esperanzas de Ryan por recuperarla. Se sentó un momento en el modular mientras esperaba que colgara y observó detenidamente el lugar, sería la última vez que estaría ahí,sintió una inexplicable nostalgia cuando vio en un portarretratos la fotografía de ambos abrazándose y sonriendo, ella no era la misma mujer que se fue a Praga. -Tardaré un poco, es de la editorial -dijo-, si quieres sube a la habitación por tus cosas, las maletas están en el closet, claro que eso ya lo sabes, en seguida te alcanzo. -De acuerdo -respondió temerosa. Se levantó y ascendió lentamente las escaleras, abrió la puerta de la habitación y entró cautelosa, sacó una maleta y la colocó sobre la cama, se detuvo a observar sus cosas y finalmente las descolgó de los ganchos y las aventó en la maleta.Se quedó de pie junto a la ropa de Ryan y suspiró. -Te dije que necesitarías un trago -dijo tomándola por sorpresa

Aún pienso en ti...

-¿Por qué no dejas de beber? -Creo que eso no te concierne. -En eso te equivocas, me importa todo lo que te pasa aunque no lo creas. -Pues me parece realmente increíble que te importe lo que pueda o no pasarme.Estas con ella ¿por qué no regresas a tu mesa y la atiendes? parece molesta de que estés conmigo -respondió sarcástica. -Ella entenderá por qué estoy aquí cuando le explique. -¿Cuando le expliques que tu ex es una alcohólica? -preguntó sarcástica- supongo que eso le parecerá extremadamente conveniente. -Ven, te llevaré a casa -dijo y la tomó del brazo. -¡Basta Mike! ¡Déjame en paz! no tienes ningún derecho a ordenarme nada. -No te estoy ordenando nada, te estoy ayudando. -Pues no recuerdo haberte pedido ayuda, hazte un favor y no te metas en donde no te importa. -Eres la madre de mi hija y me importa lo que te pueda pasar. -Entonces olvídate de quien soy y centrare en tu vida. -¡Ingrid! -¡Vete con ella, te espera! -Se que estas molesta por lo que pasó

Sin rumbo.

Estaba sola en medio de esa enorme ciudad llena de luces, de gente que caminaba apresurada sin motivo aparente, de edificios tan altos que casi tocaban el cielo, un cielo que era casi imperceptible por el smog. No había más que extraños caminando frente a mi que reían, que hablaban de asuntos laborales, que se miraban con cierta familiaridad y lo único que pensé en ese momento fue en lo mucho que extrañaba estar en casa. En esa fortaleza impenetrable custodiada por un monstruo que no me dejaba respirar a placer. Cuando el aire tibio de la tarde sopló por encima de mis hombros supe que era libre.Sonreí imaginando las posibilidades que eso traería a mi vida. Me levanté de la banca y caminé sin rumbo fijo, en esa ciudad era muy fácil perderse y llegar al paraíso.

Empezar otra vez.

Ella entró al salón, bajó las escaleras recorriendo con sus manos el barandal. Él estaba en medio de la multitud casi imperceptible. Se miraron fijamente a los ojos y el tiempo se detuvo. Tanto tiempo sin verse y estaban reunidos casualmente en el mismo lugar, solos. Él se acercó a ella y le sonrió. -De todas las personas a las que creí encontrarme esta noche jamás pensé en ti. -Es en verdad una fortuita casualidad. -Sigues tan hermosa como te recuerdo. -En cambio tu has cambiado, no te hubiera reconocido bajo otras circunstancias. -Lo tomaré como un halago. ¿Quieres bailar? -Desde luego. Él la tomó sutilmente de la cintura y con un delicado movimiento dirigió los movimientos de su cuerpo en medio de la pista. -¿Cuánto tiempo ha pasado desde la última vez que estuvimos juntos? -preguntó él. -Suficiente como para habernos olvidado. -Y no ha sido así. Ella sonrió y recargó su cabeza sobre su hombro, aquel hombre que mostraba tanta seguridad  en sí mismo era absol