Poco recordaba Scott de las noches que pasó al lado de Irina. Su recuerdo se hacía cada vez más difuso en su memoria. Para él parecia que había sido ayer cuando decidió dejarlo. Se lamentó que incluso Natsumi, a pesar de lo mala que había sido hubiera encontrado el amor y decidiera formar una familia. Él se había enterado por casualidad, de ella sí que no deseaba saber nada, sin embargo le dolía pensar que probablemente él tenía la culpa de sus desgracias. Tomó una profunda bocanada de aire que le infló los pulmones y volvió a su escritorio. Tantos meses de soledad, tanto tiempo perdido. ¿Quién lo hubiera imaginado? Se repetía una y otra vez en su cabeza. De verdad deseaba ver a Irina, hablar con ella, tenerla cerca aunque solo fuera como amigos. Alguien tocó a su puerta, estaba tan inmerso en sus pensamientos que no contestó, de pronto ella ya estaba parada frente a él, lo miró con extrañeza, frunció el ceño y se mordió el labio. -Toqué más de una vez pero nadie respondió, pensé q
Autora de libros de romance