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Mostrando entradas de julio, 2016

El hilo rojo.

 3 -¿Estoy enloqueciendo? -¿Por qué lo dices? -No lo sé, usted es el doctor, debería saberlo. -Respondió con la mirada perdida.- -Sky yo no creo que se trate de eso. -Su teléfono sonó interrumpiendo la sesión.- Dame un minuto.  Ella se levantó del diván, se puso su chamarra mientras él se distraía contestando la llamada.Lo observó y sin decir nada salió del consultorio. Cuando él colgó tomó una profunda bocanada de aire, no podía decirle lo que sabía, estaría quebrantando su juramento de confidencialidad. -Sky creo que debes darte otra oportunidad. -Guardó silencio al percatarse que ella se había marchado.- Sky caminó por entre las calles, completamente ausente, recordando al hombre que amaba, la bella sonrisa de su hija y aquel terrible día en que los perdió. Caminó sin darse cuenta hasta el mirador del puente Brooklyn, estaba sola, se secó las lágrimas  y cerró su chamarra, su cabello flotó cuando una ráfaga de aire la envolvió, como si sintiera compasión por su ago

Una vez...

Lo conocí en internet, ¡qué extraña manera de conocer a alguien! ¿no? se llamaba Antonio.En ese entonces tenía 16 años y todas las ganas de vivir una aventura. Hablamos un par de minutos, lo suficiente para darnos cuenta que compartíamos muchas cosas en común. No tenía voz, no sabía como era sin embargo eso no me importó, para mí era como un príncipe azul dispuesto a rescatarme de la torre de la bruja. Después me llamó por teléfono y pasamos más de 2 horas hablando, conociéndonos si se puede decir así, meses después salimos a tomar un café. Era sábado, casi las 3 de la tarde.El sol brillaba de manera esplendorosa como lo hace en los meses de invierno. Tocó la puerta y bajé corriendo a abrir, tomé un respiro y cuando lo vi fue como si todo lo que esperaba estuviera ahí parado frente a la entrada, finalmente materializado. Tenía los ojos más hermosos que jamás había visto, negros con pestañas tupidas y rizadas, largas, parecía que sonreía con la mirada.Su cabello ondulado caía capr

El hilo rojo...

Sky se hincó para acomodar los archivos que estaban en la parte de abajo del archivero, escuchó el rechinido de la puerta, observó su reloj y puso los ojos en blanco, faltaban 10 minutos para las 4 de la tarde. Se alzó y colocó los folders sobre su escritorio, abrió su agenda y saludó al paciente viéndolo de reojo pero sin prestar atención en realidad. -Buenas tardes, en seguida lo atiendo señor... -Hizo una pausa intentado encontrar el nombre.- - Whitham. -Interrumpió.- -¡Claro! señor -Volteó a verlo y enmudeció al ver que se trataba del mismo hombre de la cafetería.- ¡Latte doble!  -La cajera de la sonrisa bonita hum...Sky ¿cierto? -Sí, creí que no ponías atención a los nombres. -Uno tan peculiar como el tuyo es imposible de olvidar.Sin embargo veo con tristeza que tú te olvidaste del mío. -Lo lamento. -Se sonrojó.- -Creí que nuestra conversación había sido especial. -Dijo con sarcasmo.- Entonces dime, ¿también trabajas aquí o me estas siguiendo? Sky sonrió sonroj

El hilo rojo.

Sky se levantó de la cama y las lágrimas que inundaron sus ojos le nublaron la vista. Caminó hasta el baño y tomó sus pastillas, limpió el espejo que se había empañado con el vapor del agua caliente y observó su reflejo.Tomó un profundo respiro y cerró los ojos. Jonathan Whitham se anudó la corbata, se colocó su saco y salió de su penthouse ubicado en la esquina de Washington y la 10th. Su chofer lo esperaba como cada mañana a las 8:20 en punto para llevarlo a la cafetería de Murray. Sky caminó por entre las calles de Nueva York hasta llegar a "Florentino" la cafetería donde trabajaba por las mañanas. -¡Hola Kay! -¡Llegas tarde! -Dijo mientras servía un espresso.- -Lo se, no pude dormir anoche. -¿Volviste a pensar en eso? -Pasado mañana se cumple un año más de... -¡Sky! -Gritó James, el gerente del lugar.- ¿Quieren dejar para después su charla señoritas? Tenemos mucha gente esperando por su café. Sky se puso el mandil y se amarró el cabello, comenzó a checa

Para siempre

Elizabeth se acercó a la barra, en cuanto le dieron su copa se apresuró a beberla.Mike la observó desde el otro extremo del bar fingiendo que se divertía con sus amigos. A pesar de que estaban separados aún la amaba y se llenó de celos al verla bailar con  alguien que no fuera él. Dejó su cerveza sobre la mesa y se apresuro a sacarla de la pista. -¡Se puede saber qué estas haciendo! -Divirtiéndome, ¿acaso no es obvio? -¿Con quién dejaste a Lucy? -Esta con mi madre así que despreocupate. -¿Cómo puedes ser tan irresponsable? -¡Disculpa! -Dijo molesta.- No fui yo quien abandonó a su familia por irse con una ramera. -Las cosas no son como las dices. -¿Oh en serio? -Añadió sarcástica.- ¿Entonces dime Mike, cómo son? -Lo nuestro estaba condenado al fracaso, desde el principio hicimos todo mal. -Pues ya lo estamos solucionando, diviértete con tus amigas mientras yo salgo a rehacer mi vida.

Después de ti...

Nina estaba sentada frente a Alexander, distraída con la plática de Tyler, no se percató que él la observaba atento mientras le daba sorbos a su copa. La tarde era cálida y el aire soplaba gentil por encima de las hojas de los árboles. Aprovechando la distracción de todos Alexander se levantó de su lugar y caminó hasta el pórtico. Se recargó en una de las columnas de madera de la entrada pensativo. Hayden lo siguió sin que se diera cuenta. -¡Aquí estas! -Dijo con cierta coquetería.- Hayden era sin duda hermosa, su cabello rubio, sus ojos azules y su sonrisa, sin embargo ella no era de su interés. -¿En dónde esta Nina? -Preguntó extrañado.- -Ella se quedó escuchando la torpe historia de Tyler.Mi padre te esta buscando, quiere hablar contigo. -¿Sobre qué? -No lo se, supongo que quiere poner las cartas sobre la mesa y dejarte en claro cómo serán las cosas cuando te cases con mi hermana. -Respondió sarcástica.- Él sonrió discreto y evitó hacer comentarios al respecto, inte

El café

Nadine entró al departamento que compartía con su marido.Su suegra había llegado de visita proveniente de Texas, se quedaría con ellos un par de semanas. Colocó su bolsa sobre el sillón que estaba a un lado de la puerta, le llamó la atención una pila de almohadas y sábanas que se encontraban ahí pero hizo caso omiso y se dirigió a la cocina. Imaginaba que su suegra ocuparía la recamara principal y ellos dormirían en la sala. Al entrar a la cocina Aidee se levantó de la silla y se acercó a saludarla, Nadine correspondió  con cortesía.Se acercó al refrigerador y sacó una botella de agua mientras los escuchaba hablar y hacer planes sin tomarla en cuenta. Cuando Aidee estaba ahí su matrimonio se volvía tan frío.

Después de ti...

 Nina Morgan tenía 24 años, enormes ojos oliva,cabello oscuro largo hasta casi la mitad de la espalda, labios carnosos y nariz pequeña. Aquella noche había acudido al after party de la pasarela de Brandy Berkley, llevaba un hermoso vestido vintage de satín largo, color vino, descubierto de la espalda, el cabello recogido en un chongo y una banda con una pluma con un broche de pedrería. Sus labios rojo carmín y los ojos delineados acentuaban sus facciones.Tenía una belleza espectacular y un rostro angelical.Cada vez que sonreía sus mejillas se iluminaba de una manera especial. Era tímida y un tanto desconfiada de las persona, quizá se debía en parte al mal entendido que años atrás había provocado que huyera de Amsterdam. Ella y su amiga Amy estaban en la barra bebiendo cerveza cuando uno de los bailarines que trabajaban en el evento se acercó a Nina hipnotizado por su despampane presencia. Nina le sonrió, de otra forma jamás lo hubiera hecho. Él era muy atractivo, extrovertido y d

La cita.

Te preguntarás por qué después de todos estos años no te he buscado, no es que no haya querido hacerlo es solo que no he tenido el valor de hacerlo. Te confieso que me mata la duda de saber cómo estas, con quién y a la vez, la posible respuesta me provoca escalofríos. Me da miedo saber que finalmente me olvidaste, que aprendiste a vivir sin mi. Te he extrañado no lo niego, pienso más en ti ahora que cuando estábamos juntos. No ha muerto en mí la esperanza de volverte a ver, de escuchar tu voz y tenerte entre mis brazos, de reír a carcajadas de tonterías y vivir como solíamos hacerlo, sin preocupaciones. No te he olvidado y nunca lo haré, a pesar del tiempo, de la distancia y del silencio que hay entre nosotros.