Nunca había escuchado ese nombre antes sin embargo era lo único en lo que pensaba el profesor desde que la conoció. Por una fracción de segundos su mente se perdió, se imaginó acariciando su cabello caoba, sus mejillas rosadas y aquellos carnosos labios. Le recordaba tanto a Gaby. Si ella siguiera viva tendría probablemente unos 10 años más que Andrea. Lanzó un suspiro que lo trajo de vuelta a su realidad. La computadora se había reiniciado y el reloj marcaba casi las 10, tenía que irse a casa de inmediato. Mañana temprano tendría que recoger a su hija en la terminal de autobuses. Loreta tenía casi 7 y desde que su ex esposa se casó, solo pasaba tiempo con su padre 2 veces al año. Tomó sus cosas y salió de su oficina, mientras cerraba la puerta con llave escuchó la voz de Andrea. –Dijo que me enviaría lo que le pedí. –Lo siento, lo olvidé. –La tarea es para la próxima semana, tendrá que darme una extensión. –Lo haré, solo no lo menciones a tus compañeros. Andy sonrió y sus mejillas
Autora de libros de romance