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Mostrando entradas de enero, 2023

Un día cualquiera.

 Estábamos entrando al último día de Enero, el día parecía igual a cualquier otro y yo estaba en la cocina preparando el desayuno. Debí sospechar que las cosas no irían bien cuando el hombre del gas tocó a la puerta antes de las 7.  Corrí a encerrar a los perros y después lo atendí, perdí cerca de media hora mientras llenaba la cochina, estaba sola en la casa y un tanto estresada. Mi esposo había ido a dejar a las niñas a la escuela. Llegó hambriento y harto del tráfico, desayunamos y tras lavar los trastes me di un buen baño. Estaba decidida a pasar un gran día en la cocina preparando mis deliciosos postres. Pasé parte de la mañana buscando un rodillo de silicona que había perdido y no recordaba en dónde o cuando lo había visto por última vez. Cuando eran poco más de las 12 recibí una llamada que me sacó por completo de concentración. Poca atención puse a la llamada sin embargo mi interés cambió cuando la maestra de uno de mis hijas me informó que ésta había sufrido un accidente. Salí

Despedida.

 Queria amiga:  He llegado al punto del no retorno. Acepto que cometí muchos errores, tu hiciste lo mismo. Nuestra amistad se basó siempre en la competencia y en la falta de honestidad por parte de ambas. Durante muchos años me aferré a la idea de que contaba contigo en las buenas y en las malas pero algo me hizo abrir los ojos y darme cuenta de que al menos tu, no pensabas lo mismo. Yo no era tu amiga y nunca lo fui, lo sé porque al primer cambio me desechaste de tu vida, siempre te busqué con la esperanza de que la distancia no hubiera mermado nuestra amistad, fingía que no me importaban las exclusiones, que no me dolía el desinterés y ahí estaba para ti, traicioné mis principios, mis decisiones, sacrifiqué mi tiempo, mi espacio por alguien que no valoraba lo que hacía. Viví inmersa en una fantasía, creí que nuestra amistad era real, que nos teníamos confianza, que podía ausentarme de tu vida y volver sin que hubiera problemas,  nada más alejado de la realidad.  Lamento que no hayamo

La última vez.

 Reinventarse, salir corriendo dejando todo atrás. Ser alguien diferente, reír sin preocupaciones, pararse a la orilla del mar con la cara en alto y sentir la brisa fresca sobre mi cara, escuchar las olas chocando entre sí, vivir. ¿Quién era en ese momento?, ¿qué quería?, ¿hacia dónde me dirigían cada una de las decisiones que estaba tomando?  No era nadie, solo un cuerpo en el espacio, un nombre que pagaba impuestos puntualmente cada mes. Estaba harta de la monotonía, de escuchar el despertador sonar cada mañana a la misma hora, girarme sobre la cama y abrir los ojos brevemente mientras pensaba cuándo acabaría ese tormento. Pensé mil veces en él antes de llamarlo, su línea había sido desconectada, no había forma de contactarlo y entonces recordé que tenía el número de su casa anotado en una vieja libreta en casa de mis padres. Miré el reloj, eran las 10 de la noche, si llamaba a mamá haría mil preguntas y no tenía el humor de responderlas.  Me recosté nuevamente sobre la cama siguiend

Mi otra vida.

 Sentada frente al ordenador pensaba en lo que escribiría para la siguiente edición de la revista. Me consumía la idea de que mis lectores no sintieran la misma emoción que sintieron con mi artículo anterior pero ahora, simplemente no podía concentrarme, estaba absorta con una idea que giraba en mi cabeza, que me consumía. Necesitaba hablar con Alfonso pero no sabía en dónde se encontraba, quizás mi primo sabría algo de él, tenía miedo de preguntarle porque sabía cuál sería su respuesta. Las desapariciones de mujeres embarazadas eran cada vez más frecuentes, todas seguían un patrón, los periódicos evitaban hablar al respecto pero a diario escuchaba en los grupos de Facebook que buscaban a alguien. Ben odiaba la idea de que yo me dedicara al periodismo pero tampoco le fascinaba que trabajara con Gabriel. Eran cerca de las 10 de la noche cuando Ben entró a mi oficina, me sorprendió verlo, jaló la silla que estaba frente a mí y se acomodó, cruzó la pierna, jaló su abrigo y entrelazó sus d