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Mostrando entradas de marzo, 2020

Estado de emergencia.

Tenía la televisión encendida cuando él entró por sus cosas, azotó la puerta como si quisiera que me diera cuenta de su presencia, de inmediato me paré del sofá y corrí a la entrada. Dejó las llaves sobre la mesa y subió la escalera, sabía que esa sería la última vez que lo vería antes de la audiencia. Ni siquiera entendía por qué me importaba tanto hablar con él. -Tus cosas están en el garage dentro de una bolsa de basura. -¿Tiraste mi armani? -Podrás comprarte otros 30 con lo que ganarás por la venta de la casa. -Estoy siendo muy complaciente contigo al dejarte vivir aquí en lo que resuelves tu situación. -Mi situación, estoy así por tu culpa. -¿Yo te obligué a dejar tu carrera? -¡Nunca tenía tiempo para mi! -¡Por favor!, esos son pretextos y lo sabes. -Eso no es verdad. -Nunca te quejaste por todas las tardes que pasaste en el spa o los desayunos en el club, los viajes, la ropa, ¿qué hay de todo lo que te compré?, puedes venderlo, sacar al menos para rentar un d

Empacando.

¿Adultos?, vaya lío, qué tontería más grande tener que controlar mis emociones y no poder gritar, llorar o patalear. Quiero tirarme en el suelo y llorar hasta que me canse de hacerlo. Tengo emociones que no quiero contener, quiero gritar, lanzarle las cosas a la cara, decirle que lo odio, amarrarlo a una silla si es necesario y no dejarlo ir hasta que saque todo lo que llevo dentro. Quisiera abrazarlo, decirle que lo amo y que necesitamos calmarnos, darnos otra oportunidad o no, tal vez solo gritarle y decirle que es un completo idiota. Decirle que odiaba cuando se quedaba callado, cuando no me demostraba sus emociones, cuando me ocultaba las cosas, cuando se iba sin mi a algun lado, cuando me daba órdenes como si fuera una niñita. Odiaba que dejara los platos sobre el fregadero y ni siquiera los lavara. Odiaba que dejara la silla lejos de la mesa y que cada mañana tuviera que levantar su ropa del suelo, que dejara el baño desordenado, que no sacara la ropa de la secadora o que n

Cuarentena.

-Nunca me gustó su nombre, jamás imaginé casarme con alguien que se llamara así, no me gustaban los hombres altos, prefería colgarme del cuello de uno que no me hiciera levantarme de puntas. -Logan es muy alto. -Lo es, ¿no te parece extraño su nombre?, digo cómo le dices de cariño. -¿Cómo lo llamabas tú? -Amor, oye tu, nunca le dije por su nombre. Me chocaba su nombre, me parecía tan extraño. -¿Cómo te sentirías si lo vieras con alguien más? -No lo sé, me molestaría tal vez. Debería empezar a hacerme a la idea digo es guapo, por qué no habría de encontrar a alguien. -Lo dices con mucha madurez. -Odiaba el color de su cabello, era tan negro, nunca me gustaron los hombre de cabello negro, siempre me imaginé casada con un rubio. Cada vez que se bañaba se le hacían esos aros en el cabello, me gustaba enredar mis dedos en ellos y mirarlo a los ojos, esos ojos de color indefinido. Hay tantas cosas que no me gustan de él, ni siquiera sé por qué nos casamos, tal

Día 13.

Estamos  aislados totalmente del exterior, no hay nadie en las calles, ni siquiera perros callejeros y nadie quiere salir, todos estan tomado vacaciones, se preparan para los días siguientes, aquellos en los que por costumbre los dedican a rezar, visitar templos, reflexionar. Nosotros cruzamos el patio, corremos, subimos y bajamos escaleras, me imagino quienes solo tienen cuatro paredes la agonía por la que deben estar pasando. Se me ocurren mil cosas para hacer dentro de casa, a veces cocinamos, limpiamos, pintamos, nos asomamos por la ventana pero nada pasa, son días aburridos. La mayoría de la gente está de vacaciones lejos de la ciudad, nosotros siempre nos quedamos. Adelantamos tareas, estudiamos, cantamos, cocinamos, corremos, jugamos, escuchamos música. Mi tío no ha abierto su taller pero trabaja al interior, lo sé porque se escucha la música del radio y a veces lo escucho cantar, su música es extraña, ni vieja ni nueva. El fin de semana se casa mi prima, no iremos, mi

Día 14.

Las vacaiones estaban próximas, el sol empezaba a ser agobiante y el aire soplaba tibio por las tardes. La gente estaba de mejor humor y las actividades en la escuela eran cada vez más relajadas. La primavera se acercaba y con ella un sin fin de actividades. Mi prima Noemí se casaría en dos semanas, nos habían invitado a la fiesta. Noemí había huído con quien sería su esposo cuando tenía 17 años, tenía dos hijos de 14 y 12 años y consideró que sería prudente casarse por el bien de ellos. Todos estaban entuciasmados, él había mandado su traje a la tintorería desde hacía una semana y esa misma tarde boleó sus zapatos. Yo no estaba tan emocionada con su boda o con la invitación, mi hijo había estado enfermo durante mucho tiempo y mi ánimo estaba por los suelos. Mis tíos en cambio estaban felices, sería la quinta vez que se convertirían en padrinos de anillos, la primera fue con nosotros y no solo eso, también me llevó al altar, me sujetó del brazo y me dijo "todo saldrá bien&

Día 15.

Durante el transcurso de la mañana hubo un temblor tan fuerte y tan largo que creímos el mundo terminaría en ese momento. Dañó severamente varias construcciones, algunos edificios cayeron, hubo desaparecidos, gente histérica, entramos en pánico, los niños estaban en la escuela y caminar era casi imposible, el suelo se movía. El tráfico estaba parado así que corrí por las calles, sentí que jamás llegaría a la escuela, estaba agobiada, me faltaba el aire y mis pensamientos eran absorbidos por una sola idea, ¿cómo están mis hijos?, ¿la escuela está bien? Al llegar a la escuela había una conglomeración de padres, las autoridades estaban dando avisos, los niños en medio de un terrible llanto, las cosas no importaban solo debíamos llevarnos a nuestros hijos. Me sentí como en la decisión de Sofí, tenía que ir primero por uno y después por el otro porque estaban en diferentes edificios, pero ¿por cuál ir primero?, por el más indefenso. Mi esposo no había reaccionado tan rápido como yo