Él no tenía la intensión de someterme, sólo quería hacer feliz y para mí eso era más que suficiente. Cada vez que recorría mi cuerpo con sus manos, que besaba mi cuello y estrechaba mi pecho contra el suyo me hacía estremecer. No me importaba que tuviera un pasado, sabía que si aceptaba estar a su lado sólo seríamos él y yo. La única persona que me atormentaba era su hija, no estaba segura de que me aceptara. Me levanté de la cama y me puse una de sus camisas, bajé las escaleras sigilosa, no quería despertarlo, necesitaba pensar. Entré a la cocina y me serví un vaso de leche fría, mientras lo hacía me pareció ver una sombra en el jardín. Me acerqué a la ventana deseando que todo fuera parte de mi imaginación, creyendo que probablemente serían las ramas de los árboles secos y el viento los que estaban jugado con mi mente pero no, efectivamente había alguien escondiéndose entre los arbustos, tratando de cubrir su rostro en la oscuridad. Mi respiración se aceleró cuando una idea se ...
Autora de libros de romance