Anna entró a la oficina de Warren, se quedó parada junto a la puerta un par de segundos antes de que él la invitara a sentarse. Warren era un hombre maduro, tendría al menos 30 años y ella casi 18. Era sumamente atractivo, tenía los ojos verdes y el cabello rubio, barba tupida perfectamente delineada. Le sonrió, como si hubiera estado esperado ese momento desde que la conoció y con un movimiento de su mano le indicó donde debía sentarse. Él tenía algo en su mirada que le provocaba cierta incomodidad. -Siéntate por favor. ¿Te ofrezco algo de tomar? -Estoy bien gracias. -Supongo que tu presencia aquí no se trata de una simple visita -Anna movió la cabeza y bajó la mirada-. ¿Consideraste mi oferta? -Sí. -Asumo entonces que aceptas mi propuesta. -Eso depende. -¿De qué? -De que usted este de acuerdo en dos cosas. -Háblame de tú, me haces sentir viejo. -Lo siento -se sonrojó. -Te escucho. -Aún no cumplo 18, no quiero meterlo en problemas. -De eso me encargo yo, ¿...
Autora de libros de romance