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Mostrando entradas de noviembre, 2016

El hilo rojo 5

Cuando Jonathan regresó, Sky estaba completamente dormida.Colocó una cobija sobre ella y se recostó a su lado. Observó las estrellas un par de minutos y tomó su mano intentando no despertarla. Cerró los ojos deseando que ese instante no terminara nunca. ¿Cómo podía amarla de esa manera si eran tan diferentes? se preguntó mil veces hasta quedarse dormido. Cobijados bajo un infinito lienzo de estrellas, rodeados por cientos de árboles que mecían sus hojas armónicamente con el cálido aire que soplaba, se amaron en secreto. Sky abrió los ojos, volteó a ver a Jonathan, lo admiró y por un momento permitió que la culpa de estar ahí la invadiera pero a final de cuentas no podía negar que lo quería. Una estrella fugaz atravesó el firmamento.Le parecieron absurdas las coincidencias, sonrió y se aferró a su único deseo, dejar de sentir.

A pesar de todo.

Como cada mañana Mike estaba sentado en la barra bebiendo su café mientras leía el periódico. Bajé las escaleras lentamente, no quería que notara mi presencia, sentía una gran culpa por lo que había pasado la noche anterior en el bar. Lo irónico era, sin duda, que entre nosotros no había si quiera una amistad.No lo odiaba, era el padre de mi hija, sin embargo aún permanecían abiertas las heridas de aquella traición. Me quedé parada por un momento, medité si quería hablar con él o no y finalmente me di la vuelta intentando regresar a mi habitación, sigilosa; hubiera logrado mi cometido de no ser por el rechinido de aquel viejo escalón que terminó por delatarme. Él se giró, dobló el periodico y me sonrió como si le alegrara verme. Había olvidado por completo lo hermosa que era la curvatura que formaban sus labios en su rostro.Sin darme cuenta correspondí su gesto y puedo jurar que hasta me sonrojé. -Hola -susurró- y yo me limité a contestar automáticamente lo mismo mientra...

Un nuevo comienzo

Sky tomó sus maletas, entregó su boleto y abordó el autobus. Colocó su equipaje en los maleteros y se sentó junto a la ventana. Por un momento recordó la vez en que Axel la siguió e impidió que se marchara, sintió sus labios y sus manos estrechando su cintura. Las cosas habían cambiado, esta vez nadie iría a buscarla, él no estaría para pedirle perdón por sus errores. Tenía que afrontar su realidad y así aprender nuevamente a vivir sola. Se secó las lágrimas que escurrieron por sus mejillas y se hundió en el asiento cruzando los brazos. Cuando todos abordaron el autobús y este arrancó cerró los ojos, no era su intención guardar un recuerdo de lo que había dejado atrás sin embargo no pudo evitar sentir una intensa agonía en su pecho que lentamente la consumió hasta quebrarla. Sacó una de sus calmantes de la bolsa y lo tomó de inmediato, necesitaba dormir, olvidar.