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Mostrando entradas de septiembre, 2017

Destino Italia

Hanna giró lentamente la perilla, se quitó los zapatos y entró sigilosa cerrando con cuidado la puerta, no quería hacer ruido ni despertar a Ben, eran poco más de las 5:15 y  pronto amanecería. Él estaba recostado encima del edredón, ni siquiera había destendido la cama. Tenía un libro entre sus manos y un montón de papeles, parecía que se había quedado dormido mientras trabajaba. Ella apartó lentamente el libro y las hojas y se recostó a su lado, lo admiró un par de minutos creyendo que estaba completamente dormido y  le susurró. —No podía dejar de pensar en ti, lamento haber tardado demasiado. Tuve esa extraña sensación de que te irías sin despedirte y que no te volvería a ver —lanzó un suspiro—, Andrew tiene razón... te quiero Ben. Hanna se acercó lentamente a sus labios y le dio un tímido beso para después cerrar los ojos y acurrucarse sobre su pecho hasta quedarse profundamente dormida. Benjamin abrió los ojos al sentir el calor de su cuerpo, había escuchado cada una de

Destino Italia.

—¿Qué te parece Taormina? —Sin duda es preciosa, aunque no he tenido el tiempo de recorrerla en su totalidad. —Siempre te pedí que hiciéramos este viaje juntos —reprochó en tono cordial. —Lo sé —respondió sonrojada. —Debo confesar que estoy decepcionado, supongo que ese tipo al que conociste en el aeropuerto te ofreció mejor compañía de la que yo te pude dar el tiempo que estuvimos juntos. —Mmm...las cosas no son como tú crees —tomó un respiro—, lamento que lo nuestro no hayan funcionado. No quise herirte —respondió arrepentida. —Pero lo hiciste, parece que tenías todo planeado —reclamó fingiendo darle poca importancia. Andrew se bebió su copa de un solo trago y la colocó con firmeza sobre la mesa. —No, nunca lo planeé de ese modo pero estaba tan molesta cuando descubrí tu engaño que no pensé las cosas  —se justificó  y pasó el dedo sobre el borde de su copa. —Sólo quería lo mejor para ti, tu idea de negocio era bastante descabellada, tal vez al banco le pareció fact

El hilo rojo 7

Anna corrió por el sendero tratando de huir de Axel. Él la perseguía desesperado tratando de alcanzarla, la linterna que llevaba en la mano emitía una difusa luz blanca, imperceptible entre los gruesos troncos de los árboles y las frondas. Cuando el camino terminó y se encontró frente al campo abierto ella se detuvo. Observó las montañas y se maravilló con la esplendorosa oscuridad del bosque en contraste con el cielo repleto de estrellas que destellaban en el firmamento.  Acarició con la punta de sus dedos el largo pasto y se abrió camino lentamente hasta llegar al lago en donde un grupo de luciérnagas revoloteaba. Pensó en Craig, no lo había hecho desde que huyó de casa, lo extrañaba pero sabía que era muy arriesgado buscarlo, estaba convencida de que algunas veces es mejor dejar las cosas como están. Sollozó y secó sus lágrimas frotándose los ojos. -¡Sky! La voz de Axel gritando su nombre la hizo voltear, el aire sopló gélido alborotando su cabello, lo apartó de su rostro,

Predestinados

Buscando a Sandra.

No interesaba que tuviera que repetirle diariamente lo mismo, lo importante era lo feliz que me hacía saber que estaba orgullosa de mi por el simple hecho de existir. Jamás imaginé que mi vida daría un vuelco. Una fresca tarde de abril mientras mi madre y yo conversábamos en el jardín, se volteó a verme, como si quisiera decirme algo y no se atreviera,  mientras se soplaba con su abanico de madera frunció el ceño y alzó una ceja. Me miró circunspecta y después prosiguió. -¿Quién eres tu? De inmediato me levanté de su lado y solté su mano, la miré con extrañeza, sería la primera vez que tendría uno de esos episodios de amnesia. Al principio no le di importancia, creí era la edad. Cuando los episodios fueron más frecuentes y duraron más fue que me di cuenta que la estaba perdiendo. Mis ojos se llenaron de lágrimas y entré a la casa en busca del teléfono del doctor Campbell. Mi madre sufría de Alzheimer y desde que el doctor confirmó el diagnostico los pronósticos no fueron nada