Se llamaba Andrés, y a partir de hoy, formaría parte del pasado de Jackelin.
Ella estaba decidida a encararlo finalmente, depués de años de soportar sus infidelidades, de meses de angustia, de mal tratos, de faltas de respeto, de dañar a sus hijos, Jackeline estaba cansada.
Cerca de las 8 de la noche tomó a sus 4 hijos y los llevó a casa de su suegro, ahí esperaron pacientes a que Andrés apareciera, pero las horas pasaron y él parecía no llegar.
Faltabn 2 minutos para las 10 cuando él entró por la puerta atendiendo una llamada de su padre, porque ni squiera deseaba hablar con Jackie.
Fue tal su sorpresa y tanto el desencanto de saber que su padre lo había traicionado, que su corazón tuvo un ligero sobresalto, bien sabía lo que pasaría después.
Jackie y Andrés no se habían casado, pero estuvieron juntos cerca de 18 años. Tuvieron cuatro hijos, dos perros, infinidad de recuerdos, compartían una casa, las deudas, la cama, pero no una vida.
-Estoy cansada de que nos engañes, tanto tus hijos como yo sabemos perfectamente que andas con otra. Tu padre también lo sabe. No quiero más de esto, o cambias o te vas de mi casa.
-Si me corres, a dónde iré.
-Ese no va a ser mi problema.
-¿Y los niños?
-Ellos me apoyan, ellos no quieren volver a verte nunca más.
-¡Les lavaste el cerebro!
-No son ciegos, ya estan grandes, se han forjado una opinión respecto a tí, ya no te respetan, no te quieren en sus vidas.
-Me quieres.
-Ya no.
-¿Cómo obtendrás el dinero?
-De cualquier forma tenía mucho que no me dabas nada, viviré, creéme, no te necesito. No quiero despertarme un día con el remordimiento de nunca haber sido capaz de decirte todo esto.
-Eres...
-¿La culpable?, seguramente nunca te procuré, estaba bastante ocupada atendiendo la casa, a los niños, revisando tareas, haciendo proyectos, salvando nuestro matrimonio, tratando de hacerte feliz con las miserias de amor que me dabas. Fingiendo que todo estaba bien, que lo estaría al día siguiente, mientras tú te revolcabas con cuanta zorra se te paraba enfrente. Eres un maldito miserable, te quiero fuera, hoy mismo.
-No puedes sacarme de esa casa.
-Cambié la cerradura, si te atreves a acercarte, llamaré a la policía. Esa casa es mía, tu eras solo un ocupante y ya no te quiero en ella.
Jackelin estaba temblando, había sacado lo que durante años acumuló, todo ese rencor liberado la redimió.
Renació de entre las cenizas en que su matrimonio la había sepultado.
Ella estaba decidida a encararlo finalmente, depués de años de soportar sus infidelidades, de meses de angustia, de mal tratos, de faltas de respeto, de dañar a sus hijos, Jackeline estaba cansada.
Cerca de las 8 de la noche tomó a sus 4 hijos y los llevó a casa de su suegro, ahí esperaron pacientes a que Andrés apareciera, pero las horas pasaron y él parecía no llegar.
Faltabn 2 minutos para las 10 cuando él entró por la puerta atendiendo una llamada de su padre, porque ni squiera deseaba hablar con Jackie.
Fue tal su sorpresa y tanto el desencanto de saber que su padre lo había traicionado, que su corazón tuvo un ligero sobresalto, bien sabía lo que pasaría después.
Jackie y Andrés no se habían casado, pero estuvieron juntos cerca de 18 años. Tuvieron cuatro hijos, dos perros, infinidad de recuerdos, compartían una casa, las deudas, la cama, pero no una vida.
-Estoy cansada de que nos engañes, tanto tus hijos como yo sabemos perfectamente que andas con otra. Tu padre también lo sabe. No quiero más de esto, o cambias o te vas de mi casa.
-Si me corres, a dónde iré.
-Ese no va a ser mi problema.
-¿Y los niños?
-Ellos me apoyan, ellos no quieren volver a verte nunca más.
-¡Les lavaste el cerebro!
-No son ciegos, ya estan grandes, se han forjado una opinión respecto a tí, ya no te respetan, no te quieren en sus vidas.
-Me quieres.
-Ya no.
-¿Cómo obtendrás el dinero?
-De cualquier forma tenía mucho que no me dabas nada, viviré, creéme, no te necesito. No quiero despertarme un día con el remordimiento de nunca haber sido capaz de decirte todo esto.
-Eres...
-¿La culpable?, seguramente nunca te procuré, estaba bastante ocupada atendiendo la casa, a los niños, revisando tareas, haciendo proyectos, salvando nuestro matrimonio, tratando de hacerte feliz con las miserias de amor que me dabas. Fingiendo que todo estaba bien, que lo estaría al día siguiente, mientras tú te revolcabas con cuanta zorra se te paraba enfrente. Eres un maldito miserable, te quiero fuera, hoy mismo.
-No puedes sacarme de esa casa.
-Cambié la cerradura, si te atreves a acercarte, llamaré a la policía. Esa casa es mía, tu eras solo un ocupante y ya no te quiero en ella.
Jackelin estaba temblando, había sacado lo que durante años acumuló, todo ese rencor liberado la redimió.
Renació de entre las cenizas en que su matrimonio la había sepultado.
Comentarios
Publicar un comentario