El contenido del correo parecía absurdo. Una serie de frases tontas y al final un deseo de buena suerte.
Quien escribía era el mismo que alguna vez conoció de manera casual en un chat room.
Ella leyó el mensaje y ni por un segundo se le cruzó por la cabeza que se tratara de él. Sin embargo, así era.
Tuvieron que pasar 15 días para que en medio de un debraye ella se diera cuenta que ese seudónimo era de él.
No quería ser tan directo poniendo su verdadero nombre, él estaba convencido que fácilmente ella sabría de quien se trataba. Claro que olvidó un detalle,él había dejado de ocupar la mente de esa joven desde hacía 4 años.
No indagó sobre los medios que él utilizó para encontrarla, era más que obvio que su nombre había aparecido en el buscador.
La verdadera pregunta era ¿por qué? ¿Con qué fin? ¿Para qué?
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