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El hilo rojo 7

Anna corrió por el sendero tratando de huir de Axel. Él la perseguía desesperado tratando de alcanzarla, la linterna que llevaba en la mano emitía una difusa luz blanca, imperceptible entre los gruesos troncos de los árboles y las frondas.

Cuando el camino terminó y se encontró frente al campo abierto ella se detuvo. Observó las montañas y se maravilló con la esplendorosa oscuridad del bosque en contraste con el cielo repleto de estrellas que destellaban en el firmamento.
 Acarició con la punta de sus dedos el largo pasto y se abrió camino lentamente hasta llegar al lago en donde un grupo de luciérnagas revoloteaba.
Pensó en Craig, no lo había hecho desde que huyó de casa, lo extrañaba pero sabía que era muy arriesgado buscarlo, estaba convencida de que algunas veces es mejor dejar las cosas como están.
Sollozó y secó sus lágrimas frotándose los ojos.

-¡Sky!

La voz de Axel gritando su nombre la hizo voltear, el aire sopló gélido alborotando su cabello, lo apartó de su rostro, su realidad era muy distinta a la que meses atrás había imaginado y por ese momento le pesó creer en las predicciones de la gitana.

 Siempre creyó que sería Craig el hombre que estaría a su lado pero la vida había dado un giro completamente inesperado. El hombre que la perseguía era singularmente opuesto, era rebelde, impulsivo y apasionado.

-¡Sky! -dijo y la sujetó del brazo con un movimiento juguetón-, no puedes huir de mi, no ahora, nunca -susurró mientras la miraba fijamente a los ojos.

Ella hizo lo mismo y sonrió llena de satisfacción, sabía que no podía aferrarse a un recuerdo y a pesar de lo difícil que había resultado superar su pasado tenía que seguir adelante bajo las circunstancias que se le habían presentado.

Él la asió contra su torso y su cuerpo inexplicablemente vibró ante la desbordante pasión con la que la besó como si esa primera vez fuera a ser la última.

No era amor lo que sentía por él en ese momento, solo deseo.

El ímpetu con el que Axel recorrió su cuello llenándolo de besos y el arrebato con el tomó su cuerpo fundiéndolo en uno la llevaron al éxtasis. Lentamente la sometió a sus deseos haciendo que se entregara totalmente y se liberara de sus fantasmas.


Craig estaba recargado junto a la ventana, sostenía entre sus manos una fotografía de Anna, estaba seguro de que no estaba muerta, se lo decía el corazón, de alguna u otra forma tenía que encontrarla.

Mientras observaba el horizonte se recriminaba por haberla dejado sola aquella noche y eso, alimentaba el rencor hacia su padre.

-Anna -susurró.

Anna abrió los ojos y se envolvió en la sábana, abrió la puerta que daba a la terraza y miró al horizonte.

-Craig -susurró.

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