Queria amiga:
He llegado al punto del no retorno. Acepto que cometí muchos errores, tu hiciste lo mismo. Nuestra amistad se basó siempre en la competencia y en la falta de honestidad por parte de ambas.
Durante muchos años me aferré a la idea de que contaba contigo en las buenas y en las malas pero algo me hizo abrir los ojos y darme cuenta de que al menos tu, no pensabas lo mismo.
Yo no era tu amiga y nunca lo fui, lo sé porque al primer cambio me desechaste de tu vida, siempre te busqué con la esperanza de que la distancia no hubiera mermado nuestra amistad, fingía que no me importaban las exclusiones, que no me dolía el desinterés y ahí estaba para ti, traicioné mis principios, mis decisiones, sacrifiqué mi tiempo, mi espacio por alguien que no valoraba lo que hacía.
Viví inmersa en una fantasía, creí que nuestra amistad era real, que nos teníamos confianza, que podía ausentarme de tu vida y volver sin que hubiera problemas, nada más alejado de la realidad.
Lamento que no hayamos superado la prueba del tiempo, que me hayas excluido de esa forma de tu vida, yo estaba pasando por una enorme crisis que preferí guardar para mi sola, qué lástima que no lo hayas entendido.
Todo ese tiempo me sentía sola, incomprendida y en medio de esa soledad tu percibiste rechazo y en lugar de demostrar afecto preferiste pagar con la misma moneda excluyéndome de tu vida.
Tardé varios años en entender que ese no fue el comienzo, que nunca me consideraste tu amiga, al menos no una que se aprecia aunque no esté presente.
Admito mi culpa, mi carácter frío, querer encajar en ciertos estándares, comportarme de cierta forma para agradar, dejé de lado ser yo misma con tal de ser incluida en un grupo al que no pertenecía.
Agradezco tu amistad, lo que duró y lo que fue real.
Espero algún día me recuerdes con afecto y si el destino nos vuelve a reunir actuaremos de manera diferente.
Clara.
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