Sentada frente al ordenador pensaba en lo que escribiría para la siguiente edición de la revista. Me consumía la idea de que mis lectores no sintieran la misma emoción que sintieron con mi artículo anterior pero ahora, simplemente no podía concentrarme, estaba absorta con una idea que giraba en mi cabeza, que me consumía.
Necesitaba hablar con Alfonso pero no sabía en dónde se encontraba, quizás mi primo sabría algo de él, tenía miedo de preguntarle porque sabía cuál sería su respuesta.
Las desapariciones de mujeres embarazadas eran cada vez más frecuentes, todas seguían un patrón, los periódicos evitaban hablar al respecto pero a diario escuchaba en los grupos de Facebook que buscaban a alguien.
Ben odiaba la idea de que yo me dedicara al periodismo pero tampoco le fascinaba que trabajara con Gabriel.
Eran cerca de las 10 de la noche cuando Ben entró a mi oficina, me sorprendió verlo, jaló la silla que estaba frente a mí y se acomodó, cruzó la pierna, jaló su abrigo y entrelazó sus dedos.
-Hola -le sonreí entusiasmada.
-Creí que te había pasado algo, que quizás habías tenido un accidente.
-¿Hubieras preferido que así fuera?
-Hubiera preferido que me mandaras un mensaje, estuve esperándote en el restaurante cerca de 40 minutos -añadió furioso.
Entornó los ojos y frunció el ceño para luego mirarme con desdén.
-¡Qué diablos te pasa Romina!
-Ben lo siento, no vi el reloj, olvidé por completo que teníamos una cita.
-Si no me tienes en tu mente es que no soy importante.
-No digas eso.
-¡Qué quieres que piense!
-Es que...
-Sabes que olvídalo, ya no importa -se puso en pie y caminó hacia la puerta.
Me levanté, lo miré nerviosa y traté de alcanzarlo, no tenía un pretexto para detenerlo, ni siquiera estaba convencida de querer hacerlo.
-De verdad lo siento, no era mi intención dejarte esperando en el restaurante pero sucedió algo que no puedo pasar por alto.
-Qué.
-He estado pensando, quiero retomar mi carrera de periodista.
-Qué.
-Desde hace meses lo he estado pensando y ahora estoy más que convencida de querer hacerlo.
-Y por eso me dejas, por una idea.
-Lo siento.
-Eso es ridículo Romina -lanzó un suspiro-, tenemos 6 meses de casados se supone que todo debería ser perfecto.
-Y lo será pero de verdad necesito que me apoyes en esto.
-Sabes lo que le pasa a los periodistas en este país.
-Tendré cuidado, además tengo a Ricardo de mi lado.
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