El baile seductor de aquel hombre enmascarado le provocó un mar de sensaciones.
Su musculoso torso, sus piernas torneadas y esos bíceps, "oh my god" pensó, un minuto le bastó para imaginarlo acercándose a ella lleno de deseo.
Los reflectores la iluminaron. Abrió los ojos como platos sorprendida de las coincidencias.
La silla en donde se había sentado era precisamente la escogida de la noche. Un baile privado era el premio.
Alan, como se hacía llamar aquel hombre ,se acercó a ella extendiéndole la mano.
¡Esas manos! Tan masculinas y suaves a la vez la enloquecieron.
Él sonrió, sabía perfectamente el efecto que provocaba en las mujeres. Seguro de si mismo colocó las manos de la chica sobre su abdomen.
Ella tembló, estaba nerviosa más que excitada, era la primera vez que acudía a un lugar de ese tipo y, vaya recibimiento.
Alan la sentó en una silla de metal y se posó encima de sus piernas. Era él mismo quien conducía las manos de la joven por encima de su cuerpo.
Ella intentó descifrar los trazos de su rostro debajo de la máscara.
Él le robó un beso haciéndola palidecer tras el acto.
¡Se trata de una virgen! Pensó, disfrutando la idea de enseñarla a descubrir el mundo.
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