Nada de lo que había pasado la noche anterior había sucedido realmente. Ese fue el primer pensamiento que Alexa tuvo al despertar.
Se sentía mareada, como si no hubiera descansado en toda la noche, una fuerte ráfaga de aire entró por su ventana tirando al suelo el florero que estaba en la mesa.
Corrió a cerrar la ventana y se cortó el pie con uno de los vidrios, entonces sujetó su pie y buscó un paño con el cual detener la sangre que brotaba y así poder llegar al baño para limpiar la herida.
Abrió la llave del agua caliente de la bañera y se sentó a un lado, al retirar el paño se sorprendió al ver que estaba seco y limpio.
El vidrio aún estaba incrustado en su pie pero no había sangre y la herida cerró tan pronto lo sacó.
Recordó encantes que nunca había visto su sangre, nunca se había cortado, ni fracturado un hueso, nunca había faltado a la escuela a causa de una enfermedad, no sabía lo que era tomar medicinas.
Cerró la llave cuando el baño se llenó de vapor, limpió el espejo con su baño y se observó un par de segundos.
Sus manos temblaban, tenía mucho frío a pesar de que el cuarto estaba caliente. Echó un poco de agua en su rostro y su respiración se agitó. Tuvo que sentarse en el suelo para no caer pero ya era tarde.
Cuando abrió nuevamente los ojos estaba en su cama, la ventana estaba cerrada y no había flores regadas en el piso, tampoco restos de vidrio, se miró el pie, nada. ¿Qué estaba pasando?
Todo se había sentido tan real como para que se hubiera tratado de un simple sueño. Se puso en pie y corrió a la cocina, buscó en los botes de basura y entonces tomó un cuchillo y se cortó la palma.
Ni siquiera sintió dolor, no brotó sangre de su mano, nada había sido un sueño. ¿Quién había limpiado el desastre que el florero causó en su habitación?, ¿por qué?, ¿para qué?
Alexa salió del departamento rumbo a su trabajo, atravesó el túnel y bajó las escaleras, sabía que tenía que evitar el exterior hasta que la alarma de seguridad sonara pero antes de colocar su pulgar en el lector retrocedió y corrió por las escaleras hasta salir del túnel.
Afuera no había nadie, todos se ocultaban bajo tierra, observó en el cielo una extraña mancha amarilla parecida a la espuma de mar que se difuminaba hasta tornarse verde y así se deslizaba por el cielo. Entonces dio un paso y caminó por la acera, nada extraño pasó, por qué entonces les prohiban salir antes de que sonara la alarma de seguridad.
Necesitaba respuestas y las encontraría solo fuera del domo.
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