El cielo comenzó a relampaguear. Ella se acercó a la ventana, la tristeza de las nubes se extendía en el horizonte.
Cerró las cortinas y se sentó en la sala. El teléfono sonó.
Ana Berena lo dejó sonar. No quería hablar con él.
Tenía una ligera idea del motivo de su llamada, la noche anterior habían discutido.
Abrazó un cojín que encontró en el sofá y se aferró a su deseo de que todo estuviera bien, después de todo, era solo una discusión ¿no?
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