Albert y Merce se miraron de la única forma en que ambos sabían hacerlo.
-¿Quieres ir por un café? -preguntó él.
-Sí, si quiero -sonrió sin ocultar su coquetería.
Caminaron por las estrechas banquetas de piedra caliza y se sentaron en la fuente de los querubines un rato. El sol brillaba resplandeciente y se colgaba por en medio de la brisa que soplaba.
-Hoy es 4 de diciembre -dijo él y la miró esperando que recordara lo que había pasado en esa fecha.
-Vaya, entonces tenemos que celebrar nuestro reencuentro.
-Yo también lo creo, ¿han pasado qué, 20 años desde que nos conocimos?
-Un poco más.
-Ni siquiera recuerdo por qué terminamos.
-¡Eres increíble! -sonrió burlona- tú me engañaste con otra, mi mamá te vio cuando la ibas a dejar a la escuela.
-¡Te juro que no era yo!
-Y sigues insistiendo en lo mismo, al menos reconoce lo que hiciste, ya pasó mucho tiempo como para molestarnos.
-Jamás te engañé -hizo una pausa y cambió la conversación- ¿eres feliz?
-¿Por qué lo preguntas?
-No lo se, quizá en el interior espero que me digas que no lo eres y corras a mis brazos.
-A veces -respondió- no todo puede ser felicidad ¿cierto?
-Yo sí soy muy feliz.
-¿Si en verdad lo eres por qué esperas que corra a tus brazos?
-Porque no he podido superar lo que nos pasó, porque dejamos una historia inconclusa.Éramos almas gemelas.
-Que término tan relativo.
Ambos tenían una inigualable confianza que los hacia decir lo que de verdad sentían, sin poses, sin censura o arrepentimientos.
-No has cambiado en nada -dijo él.
-¿En serio? yo creo que maduré, no creo ser la misma persona que conociste hace 25 años.
-¡25! parece que fue ayer, quisiera volver el tiempo a ese día en que te conocí, haría las cosas tan diferentes.
-Yo también.No te dejaría ir tan fácilmente, fue muy difícil aceptarlo.
-Aún pienso en ti, cada vez que escucho esa canción en el radio recuerdo tus ojos aunque con el tiempo mis memorias me traicionaban.
-Lo sé -musitó- Ni siquiera recordaba que me habías dejado de gustar desde hace tanto tiempo atrás -bromeó.
-¡Claro! -se mofó-. No soy feliz Merce, estoy a nada de divorciarme, no debí casarme siendo tan inestable.
-¿Tienes hijos?
-Una niña ¿y tú?
-Me resisto a pasarle mis traumas a alguien, creo que prefiero llevarlos conmigo.
-¿Cómo puedo amarte de esta forma si te dejé de ver por tanto tiempo?
-No me amas, no lo digas si no lo sientes.
-Te amo.
-O.k creo que será mejor que me vaya.
-No quiero que lo hagas, quédate un rato más, prometo no volver a incomodarte.
Mercer sonrió nostalgica, ella sentía lo mismo pero no quería que la hirieran.
-¿Quieres ir por un café? -preguntó él.
-Sí, si quiero -sonrió sin ocultar su coquetería.
Caminaron por las estrechas banquetas de piedra caliza y se sentaron en la fuente de los querubines un rato. El sol brillaba resplandeciente y se colgaba por en medio de la brisa que soplaba.
-Hoy es 4 de diciembre -dijo él y la miró esperando que recordara lo que había pasado en esa fecha.
-Vaya, entonces tenemos que celebrar nuestro reencuentro.
-Yo también lo creo, ¿han pasado qué, 20 años desde que nos conocimos?
-Un poco más.
-Ni siquiera recuerdo por qué terminamos.
-¡Eres increíble! -sonrió burlona- tú me engañaste con otra, mi mamá te vio cuando la ibas a dejar a la escuela.
-¡Te juro que no era yo!
-Y sigues insistiendo en lo mismo, al menos reconoce lo que hiciste, ya pasó mucho tiempo como para molestarnos.
-Jamás te engañé -hizo una pausa y cambió la conversación- ¿eres feliz?
-¿Por qué lo preguntas?
-No lo se, quizá en el interior espero que me digas que no lo eres y corras a mis brazos.
-A veces -respondió- no todo puede ser felicidad ¿cierto?
-Yo sí soy muy feliz.
-¿Si en verdad lo eres por qué esperas que corra a tus brazos?
-Porque no he podido superar lo que nos pasó, porque dejamos una historia inconclusa.Éramos almas gemelas.
-Que término tan relativo.
Ambos tenían una inigualable confianza que los hacia decir lo que de verdad sentían, sin poses, sin censura o arrepentimientos.
-No has cambiado en nada -dijo él.
-¿En serio? yo creo que maduré, no creo ser la misma persona que conociste hace 25 años.
-¡25! parece que fue ayer, quisiera volver el tiempo a ese día en que te conocí, haría las cosas tan diferentes.
-Yo también.No te dejaría ir tan fácilmente, fue muy difícil aceptarlo.
-Aún pienso en ti, cada vez que escucho esa canción en el radio recuerdo tus ojos aunque con el tiempo mis memorias me traicionaban.
-Lo sé -musitó- Ni siquiera recordaba que me habías dejado de gustar desde hace tanto tiempo atrás -bromeó.
-¡Claro! -se mofó-. No soy feliz Merce, estoy a nada de divorciarme, no debí casarme siendo tan inestable.
-¿Tienes hijos?
-Una niña ¿y tú?
-Me resisto a pasarle mis traumas a alguien, creo que prefiero llevarlos conmigo.
-¿Cómo puedo amarte de esta forma si te dejé de ver por tanto tiempo?
-No me amas, no lo digas si no lo sientes.
-Te amo.
-O.k creo que será mejor que me vaya.
-No quiero que lo hagas, quédate un rato más, prometo no volver a incomodarte.
Mercer sonrió nostalgica, ella sentía lo mismo pero no quería que la hirieran.
Comentarios
Publicar un comentario