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Traición.

El vapor invadía el cuarto de baño. La espuma se deslizaba sobre su cuerpo húmedo, el agua tibia llenaba poco a poco la bañera.

Anthony recorría con sus manos lentamente su silueta mientras besaba su cuello con un intenso frenesí. 

El teléfono sonó un par de veces antes de que la contestadora se activara.

-Señora Hart hablo del consultorio del doctor Atkins para confirmar su cita del viernes. La llamaré más tarde pero me gustaría que me confirmara si ya recibió los resultados de sus estudios, el doctor los necesita. Gracias.

Samantha salió de la ducha cuando escuchó la voz de la asistente del doctor dejando a Anthony furioso. 

-¿Hola?, ¿Hola?

-Hola señora Hart, escuchó mi mensaje.

-Sí, yo -se sentó en la orilla de la cama- aún no reviso mi correo pero tan pronto como lo haga me comunico con usted.

-De acuerdo.

Anthony se detuvo en la entrada de la habitación, el agua de su cabello húmedo escurría por encima de su cuello y sobre sus pectorales. Él sostenía la toalla que envolvía su pelvis con ambas manos.

-¿Quién era?

-Nadie.

-Y por nadie me dejaste en el baño.

-Lo siento, creí que era algo importante.

Samanta se puso en pie y se dirigió al closet en busca de su ropa. Anthony la detuvo, ella se sintió incomoda, bajó la mirada. Él no entendió que no estaba de humor para tener relaciones-

-¿Vas a salir?

-Sí.

-¿A dónde?

Ella guardó silencio, se sentó en el sillón para ponerse sus leggins, él la deseaba, quería poseerla a como diera lugar, en ese momento, en cualquier lugar de la casa. Siguiendo sus impulsos se sentó a su lado, estrujó el muslo de su pierna, ella volteó a verlo, entre abrió los labios, él se lanzó sobre ella y empezó a llenarla de besos.

-En serio debo vestirme.

-No puedo controlarme.

-Tendrás que hacerlo, debo irme.

Se alejó de él y se puso un suéter. En ese momento Anthony había enfurecido aún más, cogió unos pantalones y una playera y se vistió tratando de alcanzar a su esposa antes de que saliera de la casa. 

Samantha ya estaba dentro de su auto cuando él se colocó enfrente de la entrada impidiendo que se fuera. Ella estaba aterrada, nunca lo había visto tan impulsivo.

-¡Tony!

Él se apartó del camino y ella finalmente salió de la casa y se marchó. Tomó su teléfono e hizo una llamada.

-Daniel Jones, soy Samantha Hart, hablé con usted ayer en la noche. Quería saber si acudirá a nuestra cita.

-Ahí estaré.

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