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Destino Italia, capitulo 1 parte 2

 Hanna palideció por una fracción de segundos, pero se recuperó de inmediato y continuó acomodando los cupcakes en el exhibidor.


—No puedo ir, tengo trabajo.


—¡Vamos Hanna! Es el pretexto que te hace falta para salir de aquí.


—No puedo ir a Italia, su familia esta allá.


—Y nunca la conociste, ¡qué más da!


—¿Qué hay de Fabrizio?


—¿Qué con él? Fabrizio está aquí, además no puedes vivir escondiéndote todo el tiempo —dijo sentándose en un banco—. Hablando de él,  lo encontré hace un par de días en un bar. Me dijo que Andrew —hizo una pausa, quería decirle que se había enterado de que se casaría pero no se atrevió—, está bien.


—Me da gusto por él —respondió indiferente.


—Sí, me recomendó algunos lugares a donde podemos ir. 

“—Así que le dijiste a él antes que a mí.


—¡Vamos Hanna! Tuvimos nuestro momento y cuando terminamos, él y yo decidimos llevarnos bien por ustedes.


—Pero ya no estamos juntos.


—Como sea, el pacto que hicimos no se modificó. Él me dijo algo que terminó por convencerme de que realmente necesitas este viaje.


—En serio, así que ahora ocupa su tiempo siendo consejero.


—Tienes que reinventarte, recuperar tu vida de la forma en que Andrew lo hizo, él no está lamentándose como tú. Ya no recuerdo cuando fue la última vez que te vi sonreír, eres hermosa y muy joven, tienes el mundo a tus pies.


—Le sonreí al último cliente Darcy, no vivo amargada como tú crees, sólo que hacerlo no me quita la culpa por lo que hice.


—Exageras.


—Cometí un error y lo reconozco, lo que hice no estuvo bien.


—Qué hay de lo que él te hizo, ¿acaso ya lo olvidaste? —preguntó incrédula—. Deja las cosas como están, ya no te lastimes ni te recrimines.


—Lo dejaré de hacer cuando hable con él y le de una explicación.


—¿Pedirle perdón? —preguntó sarcástica— No seas ridícula Hanna —añadió burlona.


—Lo lastimé, no le haces eso a las personas que quieres —se justificó.


Darcy palideció al escuchar esas palabras, no creyó que Hanna aún pensara de ese modo respecto a Andrew. Fabrizio tenía razón, tenía que sacarla de la ciudad antes de que se enterara de la boda de Andrew en los periódicos.


—Él no debió presionarte y lo sabes —agregó.


—Eso no justifica lo que hice.

—¿Qué se suponía que debías hacer entonces? ¿Casarte con él? ¿Ser su esclava? ¿Dejar que te robara tu talento? —preguntó reprochando.


—Sólo me fui sin decir nada.


—Le dejaste una nota.


—Lo humillé.


—Hiciste lo que creías correcto —interrumpió.


—Eso... eso no importa —tartamudeó—. Esa no era la forma de hacer las cosas.


—Creo que necesitas despejar tu mente un poco. Cuando regresemos de Italia verás las cosas con claridad. Entonces, y sólo entonces, dejaré que hables con él. ¡Anda Hanna! Acompáñame —suplicó.


—No puedo irme tanto tiempo, una semana es demasiado.


—Al menos acompáñame un par de días. ¿Qué tal si sólo llegas a Sicilia?


—Bien, veré qué puedo hacer.


Darcy se levantó del banco y la observó pensativa.


—Dime algo, ¿aún lo quieres?


—Qué más da —se lamentó—, eso ya no tiene remedio.


—Es que me parece increíble que aún lo quieras cuando técnicamente destrozó tu vida.


—Estas confundida, así no pasaron las cosas.


—Eres tú quien esta cegada. Yo recuerdo perfectamente como pasaron las cosas.


—¿Ah sí? ¿Cómo?


—Andrew era muy dominante contigo.


—Trataba de protegerme.


—¿Qué me dices de las trabas que te ponía en el trabajo? Frenaba tu creatividad con sus ridículas exigencias. Siempre te tuvo cierto recelo porque sabía que tenías más talento que él. 

—Eso no es verdad.


—¡Como sea Hanna! No solo te cerró las puertas en la agencia, técnicamente te fichó en todo Manhattan. No sé, eso no me parece muy maduro de su parte.


Darcy lanzó un suspiro al ver que la tristeza embriagó a Hanna tras la serie de comentarios desatinados que ella había hecho.


—Hay una diferencia abismal entre el amor y la posesión.


—Sólo para que sepas Darcy, él no me bloqueó, es que yo no he podido enfocarme últimamente. 


—¿Ah no? Ves estos pasteles, demuestran lo creativa que eres, el talento que tienes, a mí me parece que estas muy enfocada.


—Necesito tiempo, cuando este segura conseguiré un mejor empleo y volveré a solicitar el crédito al banco.


—¡Hazlo ya! O terminarás arrepentida el resto de tu vida por las cosas que no pudiste hacer.


—Lo dices como si fuera a quedarme aquí para siempre.


—Entraste en una zona de confort.


—No es cierto, este trabajo es temporal y lo sabes. Por ahora estoy muy dispersa, ya te lo dije, ¡déjame en paz!


—Claro —respondió irónica—. Escucha —dijo y miró su reloj—, tengo que volver al trabajo, te veré después —se dio la vuelta dispuesta a marcharse 

—Iré contigo —añadió.


—¿En serio?


—Pero sólo por un par de días, creo que tienes razón en eso que necesito reinventarme.


—Vaya que eres difícil de convencer. Entonces está listo, te veré en Italia en 2 semanas —agregó entusiasmada. 

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