-¡Podrías al menos recoger tu ropa!
-¿De qué rayos hablas? siempre recojo mi ropa.
-Hacerlo una vez en toda tu vida no es hacerlo siempre.
-Oh, voy a empezar a dejar la ropa en el suelo entonces para que veas que si la recojo.
-Sabes que, haz lo que quieras, ya no me importa, no importa si dejas la ropa en el suelo, si no la guardas, si no quieres que la lave o quieres usar la misma camisa todos los días.
-Jules basta.
-Estoy harta, estoy harta de ti y es la verdad, no lo digo porque este molesta, estoy cansada de soportar tu arrogancia durante 18 años.
-Bien, entonces será mejor que no me hables.
-¡Como quieras!
-¿Qué diablos te pasa?
-Estoy cansada ya te lo dije y por primera vez en todos los años que llevamos juntos tengo el valor de decirtelo.
-¿Por qué haces esto?
-Porque ya no quiero seguir viviendo contigo, ya no quiero estar al lado de alguien que cree que la muerte de nuestra de hija fue un accidente, eso no fue un accidente y lo sabes, ¡todo el maldito mundo lo sabe!
-Fuiste tú quien le dio permiso de ir.
-Y siempre me echas la culpa de todo, ¿podrías por primera vez en tu vida aceptar las cosas?
-¿Aceptar qué?
-Que tu me convenciste de hacerlo.
-Estas loca -dijo con desdén.
-Si tanto te molesta escuchar la verdad puedes irte.
Paul aventó la ropa al cesto y se marchó enfadado, jamás habían discutido de esa manera, al menos Jules nunca le había reprochado las cosas. En los 18 años que llevaban juntos siempre era ella la que cedía, la que aceptaba la culpa de las cosas con tal de que él no se enfadara sin embargo, esta vez fue diferente.
Ella de verdad estaba cansada de su actitud, estaba fastidiada de estar al lado de un hombre incapaz de aceptar sus errores, inmaduro, que siempre se victimizaba.
"Tania no debió de ir a esa excursión, no debió estar en el museo".
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