Cuando entré a su habitación ella estaba postrada en la cama, a penas levantaba la mano. La muerte la acechaba, lo supe porque además de su aspecto cadavérico sus ojos verdes habían perdido el color, se habían tornado grises, sin vida.
Giró ligeramente la cabeza y me observó llena de angustia y desesperación, como si quisiera decirme tantas cosas pero ya no tenía fuerzas para hablar.
Me hinqué a su lado y sujeté su mano, le sonreí y tragué mis lágrimas. Su voz se ahogaba antes de salir de sus labios, acerqué mi oído y escuché un par de palabras: "él es un buen hombre, te ama".
Me hizo llorar, volteé a ver a Ben, su madre no sabía que él y yo hacía mucho que habíamos terminado. Ella creía que nuestros planes de boda estaban en pausa. Sentí un nudo en el estómago y me agobió la idea de que ella muriera creyendo algo que no era cierto, que más bien era imposible pero, a final de cuentas quién era yo para robarle esa ilusión en sus últimos momentos de vida.
-No se preocupe, cuidaré de él.
Lo dije en serio, amaba a Ben y aunque no pudiéramos estar juntos siempre cuidaría de él.
Cuando bajé a la sala me encontré con Roger, estaba sentado al lado de sus hijos, Marly me sonrió y Joan se acercó para jalar mi falda.
Aura estaba al lado de su madre y de su hermano esperando el desenlace. A penas podía creer lo que estaba pasando, nunca imaginé que su madre estuviera tan mal, nunca creí que moriría tan joven, aún tenía muchas cosas por vivir pero después de su última intervención las cosas habían cambiado.
Cerca de las 12 de la noche Ben bajó al recibidor, tenía la mirada fija en el suelo, frotó sus ojos un par de veces antes de mirarme, no podía hacer más que abrazarlo.
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