Ángel tocó a la puerta, mi corazón palpitó acelerado, antes de abrir revisé mi maquillaje y mi peinado, sería la primera cita que tendría en cerca de ocho meses.
Tomé una profunda bocanada de aire, después de que abriera ya no habría marcha atrás, mi relación con Ben quedaría en el pasado, esta cita representaría el comienzo de mi nueva vida. ¿Podría acaso dejar de pensar en Ben?
Él estaba de espaldas parado frente a mi puerta, al abrir se giró, me sonrió y con total discreción me recorrió de pies a cabeza.
-Romina Aragón, estás más bella de lo que recordaba, los años no pasan en balde.
-Debo decir lo mismo de ti.
-Oh no, yo he envejecido.
-De la mejor manera.
-Gracias, te traje estas flores.
Añadió y me entregó un hermoso ramo de rosas rojas.
-Son bellísimas, muchas gracias. ¿Quieres pasar?
-Me gustaría pero hice reservaciones en el Sheraton y no quiero que lleguemos tarde.
-Bien, solo las pondré en agua y nos iremos de inmediato.
-¿Tuviste problemas para encontrar el departamento?
-No, conozco bien la zona. Un colega vive no muy lejos de aquí.
-Así que vienes con frecuencia por aquí.
-Sí, quién lo diría ¿no?, de haber sabido que estabas por aquí te habría invitado a tomar un café -hizo una pausa-. A menos claro que tu novio lo impidiera.
-Ya no tengo novio.
-Entonces perdí mucho tiempo esperando -bromeó.
-Solo un poco.
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