Lo conocí en internet, ¡qué extraña manera de conocer a alguien! ¿no? se llamaba Antonio.En ese entonces tenía 16 años y todas las ganas de vivir una aventura.
Hablamos un par de minutos, lo suficiente para darnos cuenta que compartíamos muchas cosas en común.
No tenía voz, no sabía como era sin embargo eso no me importó, para mí era como un príncipe azul dispuesto a rescatarme de la torre de la bruja.
Después me llamó por teléfono y pasamos más de 2 horas hablando, conociéndonos si se puede decir así, meses después salimos a tomar un café.
Era sábado, casi las 3 de la tarde.El sol brillaba de manera esplendorosa como lo hace en los meses de invierno.
Tocó la puerta y bajé corriendo a abrir, tomé un respiro y cuando lo vi fue como si todo lo que esperaba estuviera ahí parado frente a la entrada, finalmente materializado.
Tenía los ojos más hermosos que jamás había visto, negros con pestañas tupidas y rizadas, largas, parecía que sonreía con la mirada.Su cabello ondulado caía caprichoso por encima de su frente y como si ya fuera costumbre para él con un burdo movimiento lo apartó tratando de alisarlo.
Éramos tan afines, que terminamos por repelernos,tal como lo dicen las leyes de la física cuando dos polos tienen la misma carga.
Cuando estaba con él nada más importaba, como si el tiempo se detuviera.
Nadie me escuchaba como él, nadie me comprendía como él, nadie me veía con esa mirada profunda, llena de amor y de ansias, de deseo.
No lo amaba, al menos no en el momento en que me pidió que fuéramos novios, eso sucedió después, cuando nos alejamos y terminé por extrañarlo más que a nadie en el mundo.
Prometimos que estaríamos juntos siempre, incluso me veía caminando al altar de su mano.
A pesar de sus miedos, sus dudas, de su carácter explosivo no dejo de pensar en él cada día que pasa.
Hablamos un par de minutos, lo suficiente para darnos cuenta que compartíamos muchas cosas en común.
No tenía voz, no sabía como era sin embargo eso no me importó, para mí era como un príncipe azul dispuesto a rescatarme de la torre de la bruja.
Después me llamó por teléfono y pasamos más de 2 horas hablando, conociéndonos si se puede decir así, meses después salimos a tomar un café.
Era sábado, casi las 3 de la tarde.El sol brillaba de manera esplendorosa como lo hace en los meses de invierno.
Tocó la puerta y bajé corriendo a abrir, tomé un respiro y cuando lo vi fue como si todo lo que esperaba estuviera ahí parado frente a la entrada, finalmente materializado.
Tenía los ojos más hermosos que jamás había visto, negros con pestañas tupidas y rizadas, largas, parecía que sonreía con la mirada.Su cabello ondulado caía caprichoso por encima de su frente y como si ya fuera costumbre para él con un burdo movimiento lo apartó tratando de alisarlo.
Éramos tan afines, que terminamos por repelernos,tal como lo dicen las leyes de la física cuando dos polos tienen la misma carga.
Cuando estaba con él nada más importaba, como si el tiempo se detuviera.
Nadie me escuchaba como él, nadie me comprendía como él, nadie me veía con esa mirada profunda, llena de amor y de ansias, de deseo.
No lo amaba, al menos no en el momento en que me pidió que fuéramos novios, eso sucedió después, cuando nos alejamos y terminé por extrañarlo más que a nadie en el mundo.
Prometimos que estaríamos juntos siempre, incluso me veía caminando al altar de su mano.
A pesar de sus miedos, sus dudas, de su carácter explosivo no dejo de pensar en él cada día que pasa.
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