Joshep entró a la catedral y se acercó lentamente a ella.
La observó en silencio. No deseaba interrumpir su
meditación. Irina tuvo una extraña sensación, sintió escalofríos y volteó de inmediato en busca de quien le provocaba esas sensaciones.
Él le sonrió lleno de afecto y de inmediato se aproximó a ella.
-¿Tienes mucho tiempo observándome?
-No mucho. ¿Nos vamos?
Irina sonrió y de inmediato Joshep la tomó de la mano para salir de la catedral. Caminaron por las calles de San Miguel hasta encontrar un taxi libre.
-Pasaremos un momento a mi departamento por unas cosas. Después iremos a otro lado. Puedes dejar tu mochila si quieres.
-De acuerdo -respondió nerviosa.
El edificio en donde él vivía con Enrique tenía una fachada colonial, balcones de acero llenos de grecas y amplias ventanas de estilo francés, algunos azulejos decoraban la estructura, parecía tan viejo como se veía aunque estaba bien conservado.
-El elevador no funciona desde hace algún tiempo así que tendremos que subir por las escaleras, espero no te moleste son nueve pisos.
-No me molesta.
Al llegar a la puerta Joshep sacó las llaves de su pantalón y mientras abría, Irina aprovechó para aflojar la liga de su cabello y sacudirlo un poco. Su piel porcelana se iluminó con la luz que entraba por el ventanal del pasillo y resplandeció como si se tratara de una hermosa escultura.
-Pasa -dijo casi cargando la vieja puerta de madera que se atoró ligeramente y emitió un chasquido.
Irina tomó un profundo respiro, jamás había estado sola con un hombre, mucho menos en su departamento.
-Esta bien -respondió y le dio un tierno beso en los labios.
Cerró la puerta después de que ella entrara y se apresuró a la cocina. Ella caminó detenidamente alrededor de la sala hasta acercarse a la ventana. Las luces de las lámparas que se encontraban en la calle aún emitían un poco de luz, la hermosa vista que el departamento tenía la dejó sin palabras.
Él le sonrió lleno de afecto y de inmediato se aproximó a ella.
-¿Tienes mucho tiempo observándome?
-No mucho. ¿Nos vamos?
Irina sonrió y de inmediato Joshep la tomó de la mano para salir de la catedral. Caminaron por las calles de San Miguel hasta encontrar un taxi libre.
-Pasaremos un momento a mi departamento por unas cosas. Después iremos a otro lado. Puedes dejar tu mochila si quieres.
-De acuerdo -respondió nerviosa.
El edificio en donde él vivía con Enrique tenía una fachada colonial, balcones de acero llenos de grecas y amplias ventanas de estilo francés, algunos azulejos decoraban la estructura, parecía tan viejo como se veía aunque estaba bien conservado.
-El elevador no funciona desde hace algún tiempo así que tendremos que subir por las escaleras, espero no te moleste son nueve pisos.
-No me molesta.
Al llegar a la puerta Joshep sacó las llaves de su pantalón y mientras abría, Irina aprovechó para aflojar la liga de su cabello y sacudirlo un poco. Su piel porcelana se iluminó con la luz que entraba por el ventanal del pasillo y resplandeció como si se tratara de una hermosa escultura.
-Pasa -dijo casi cargando la vieja puerta de madera que se atoró ligeramente y emitió un chasquido.
Irina tomó un profundo respiro, jamás había estado sola con un hombre, mucho menos en su departamento.
-Esta bien -respondió y le dio un tierno beso en los labios.
Cerró la puerta después de que ella entrara y se apresuró a la cocina. Ella caminó detenidamente alrededor de la sala hasta acercarse a la ventana. Las luces de las lámparas que se encontraban en la calle aún emitían un poco de luz, la hermosa vista que el departamento tenía la dejó sin palabras.
Colocó su mochila encima del sofá y se dirigió a la cocina.
-¿Vas a prepararme algo?
-Sólo café, tengo un mejor plan para el desayuno.
-¿Me dirás cuál es?
-Desde luego que no, es una sorpresa.
Luego de un par de minutos salieron nuevamente del departamento y se dirigieron al sótano en busca del auto de Enrique.
-¿Vas a prepararme algo?
-Sólo café, tengo un mejor plan para el desayuno.
-¿Me dirás cuál es?
-Desde luego que no, es una sorpresa.
Luego de un par de minutos salieron nuevamente del departamento y se dirigieron al sótano en busca del auto de Enrique.
Joshep abrió la puerta e Irina subió de inmediato tratando de cubrirse el rostro con su cabello pensando que algún maestro podría verla en la calle.
Sus miedos pronto se disiparon cuando llegaron a la punta más alta del mirador. La vista de la ciudad era absolutamente hermosa como una postal. Los rayos de sol se abrían paso entre las hojas de los árboles y el aire era cálido. Caminaron hasta un lugar aún más profundo del bosque, Joshep tenía preparada una mesa con fruta, jugo y panquecitos para desayunar.
Sus miedos pronto se disiparon cuando llegaron a la punta más alta del mirador. La vista de la ciudad era absolutamente hermosa como una postal. Los rayos de sol se abrían paso entre las hojas de los árboles y el aire era cálido. Caminaron hasta un lugar aún más profundo del bosque, Joshep tenía preparada una mesa con fruta, jugo y panquecitos para desayunar.
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