Estaban todas sentadas al rededor de la mesa, reían y bebían sin control. Cuando llegué guardaron silencio, entre ellas siempre había secretismo del cual no me hacían partícipe, quizás porque yo nunca cuestionaba sus vidas, solo me limitaba a escuchar y a veces a opinar. Lo cual si lo pienso bien se tomaba como falta de interés de mi parte en sus vidas pero no, había tenído varias decepciones por querer saber cómo se encontraban las personas de modo que dejé de cuestionarlas.
Margarita aclaró la voz un par de veces, tenía una exitosa carrera como odontóloga, dos hijos y un divorcio del cual me enteré porque Fanny me contó dos meses atrás.
Barbara tenía una hija, de ella era de quien menos sabía, éramos amigas pero en realidad no nos conocíamos. Su esposo era abogado, vivía en Canadá y ella había decidido quedarse con su mamá y sus hermanos en lugar de irse con él.
Marcela no tenía hijos, había decidido dedicar su vida exclusivamente a su marido.
Isela tenía dos hijos, su esposo era...ni siquiera tenía idea de qué negocios tenía.
Éramos amigas, las mejores pero yo en realidad no las conocía y comenzaba a pensar que nuestra amistad quizás no era lo que yo imaginaba.
Fanny llegó junto con Aida, los rostros de todas se iluminaron, yo hice una mueca, mi presencia era algo incómoda para ellas. Me sentí tan fuera de lugar, qué diablos hacía en esa reunión si me daba miedo preguntar cómo estaban, qué hacían sus maridos, se supone que todo eso lo sabe perfectamente una amiga y yo, no tenía idea de nada.
Hundí la nariz en mi trago mientras ellas se abrazaban efusivas, de pronto escuché que Aida también se había divorciado, ya tenía un año de eso.
Fanny mencionó que había dejado a sus hijos con el papá de sus hijos, pensé entonces que ella también tenía problemas con Mauricio.
Me pareció una lástima, ¿acaso el amor no existía?, o era la pandemia quien indirectamente influyó en sus decisiones.
Me disponía a escribir el articulo semanal en el periódico cuando recibí una llamada de mi madre, me contó que mi prima Yalitza también estaba en proceso de divorcio de su marido tras 21 años de "feliz matrimonio".
¿Feliz?, qué tanto engañan las fotografías a las personas, siempre los vi sonrientes, juntos, reunidos en torno a su familia. ¿Acaso todo eso era mentira? ¿cuándo acabó el amor?
¿Cuántas personas deciden vivir juntos porque ya es tarde para separarse?, es costumbre, es penitencia. ¿Realmente existe el amor?
La mayoría de la gente decide vivir al lado de personas que ya no aman por miedo a salir de su zona de confort. Soportan cosas que no desean con tal de no discutir y empeorar las cosas.
Guardan silencio en lugar de gritar y liberarse.
Mantienen las apariencias porque no quieren que nadie se entere de lo que pasa en sus vidas.
¿Acaso las personas que duran 40 años de casadas han "soportado" cuando debieron liberarse?
En ese momento dejé de creer en el amor, cómo pueden pasar 21 años y darte cuenta de que ya no quieres a la persona que está a tu lado.
¡21 años tirados a la basura! 21 años en los que piensas que estarás para siempre con esa persona y un día simplemente despiertas y te das cuenta de que todo fue una mentira.
Con el corazón estrujado me acosté en la cama, no quise escribir nada más, quería dejar de pensar y volver a creer que el amor existe.
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