¡Cuánta hipocresía guardaban sus palabras! después de todo fue él quien había tomado sus cosas la primera vez.
Yo me quedé parada junto a la ventana. Vi como salió de la casa con la maleta de piel que nos regalaron el día que nos casamos.
Subió al auto que compramos juntos y se marchó de aquel lugar en el que formamos un hogar.
Lloré en silencio para no despertar a los niños. Sufrí tantas noches su ausencia.
Yo me quedé parada junto a la ventana. Vi como salió de la casa con la maleta de piel que nos regalaron el día que nos casamos.
Subió al auto que compramos juntos y se marchó de aquel lugar en el que formamos un hogar.
Lloré en silencio para no despertar a los niños. Sufrí tantas noches su ausencia.
No hay mal que por bien no venga. Él regresó, con la cola entre las patas, me miró como un perro mira a su amo pidiendo perdón. Con el agua de la lluvia escurriendo por encima de su rostro, pálido, asustado. Con su cabello ébano embarrado y su barba de medio día.
Lo miré como se mira a un extraño, a alguien que te ha hecho tanto daño.No sentí nada, ya ni para odio daba éste corazón.
Me dijo “Fue un error, perdóname…”
¿Error? ¡Error es marcar a un numero equivocado! Error es tocar el timbre de otra dirección.
¡Error es haberme casado contigo!
¡Error es haberme casado contigo!
Admito que estaba dolida. Algunas cosas no se superan, ni aunque pasen mil años u otra vida.
Pero, ¿acaso no fue él quien tuvo la culpa? o quizá fue descuido de los dos. Vivir juntos cuando desde el principio nos unía solo la soledad.
Pero, ¿acaso no fue él quien tuvo la culpa? o quizá fue descuido de los dos. Vivir juntos cuando desde el principio nos unía solo la soledad.
A. Holt.
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