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primer amor

Joshep se dirigió a la casa de Irina completamente molesto y pensativo.

Había tomado la decisión de alejarse para no causarle más daño, pero en cuanto abrió la puerta, se lanzó sobre ella. La atrincó contra la pared cerrando la puerta con el pie.
La besó hasta dejarla sin aliento, con tanta entrega que ella sintió una explosión dentro de su cuerpo que la hizo apartarlo de inmediato.
Sin darse cuenta, ella corrió hacia las escaleras, pero él la atrapó y la llevó al sillón recostándola suavemente. Continuó besándola insaciable, recorriendo su cuerpo sobre la ropa, acariciando cada parte de su cuerpo hasta que nalmente le abrió el suéter de algodón amarillo y deslizó sus manos por debajo de la delgada blusa verde de lycra. Sus cuerpos se acercaron más, ella estaba atrapada debajo de él, sintiéndolo, deseándolo, llena de excitación y entregada al momento.
El teléfono sonó.

-¿Debes contestar?- murmuró, interrumpiendo sus besos solo para hacer la pregunta.

-Sí -contestó sofocada.

Irina se sentó, un poco mareada por la excitación, extendió el brazo hasta tomar el teléfono y contestó tratando de respirar normal.

-¿Hola?... ¡Jamie! Te llamaré después estoy ocupada. Sí, adiós.

Aprovechó el momento para levantarse y dirigirse a la cocina sin decir una palabra. Necesitaba apaciguar los ánimos. Joshep se quedó en la sala pensativo. Ella regresó con un par de botellas de agua y se sentó a su lado.

-¿De verdad me amas Joshep? 

-¿Acaso lo dudas?

-No, pero quiero irme lejos de aquí.


-Bonita, esa es una fantasía fabulosa, pero en la realidad poco práctica. Ambos tenemos cosas pendientes, tú tienes que terminar la prepa y yo estoy estudiando la universidad. No tenemos con que mantenernos, debemos esperar un poco.

Irina palideció ante la razonable respuesta de Joshep y lo que su padre le había dicho respecto al dinero. Se levantó del sillón y caminó hasta la puerta de cristal que conducía al jardín trasero. La deslizó y salió, se dirigió hasta una pequeña banca de acero llena de grecas donde se sentó. El jardín estaba lleno de ores y enredaderas que cubrían las paredes, era como estar en el paraíso.
Joshep se acercó lentamente a ella arrepentido de haberle sugerido que podía llevársela lejos, quizá eso no era precisamente lo que Irina quería escuchar, pensó. Se sentó a su lado sin decir una palabra y sujeto su mano besándole delicadamente los nudillos.

-¡Josh! Quiero estar contigo y sí huyendo es la única manera, entonces lo haré.

-Hay algo que tengo que decirte, pero tengo miedo de perderte.

-Nada de lo que digas cambiará lo que siento por ti.- -¡Júramelo, júrame que nada cambiará tu amor por mí!

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