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¿Podemos cambiar?

El departamento de Sandy estaba lleno de zapatos, todos tirados en la sala frente al espejo. Ella estaba sentada en la orilla del sillón con el estómago revuelto por el café que había bebido y los cigarros que aún no había fumado.

Miró su reloj, su cita estaba a punto de llegar y ella aún no decidía que zapatos usar. Había cometido el error de ponerse ese vestido morado que no combinaba con alguno de sus zapatos y ya era muy tarde como para cambiarse de ropa.

El timbre de la puerta sonó, metió los pies dentro de sus tacones rosados y abrió la puerta.  

Un enorme ramo de rosas rojas cubría la cara de Henry. Pudo ser una sorpresa agradable para ella sin embargo le pareció todo un cliché.

Intentó sonreír, sujetó el ramo y lo apartó del rostro de Henry. Él era agradable pero no era Jay y nunca lo sería. Hacerse a la idea le costaba trabajo pero de una u otra forma tenía que olvidarse de él.

Tomó su bolsa y sus llaves y salió del departamento tomada de la mano de Henry.  Él no lo sabía pero era su cumpleaños, no quiso decírselo porque no quería comprometerlo a hacer o decir algo que no sentía porque llevaban poco tiempo de conocerse.  Entonces se limitó a sentarse en la mesa y escucharlo hablar aunque en realidad no entendía ni una sola palabra de lo que él le decía.

Henry hizo una pausa y pidió un par de tragos.

-Sé que algo te abruma.

-Cómo puedes saberlo.

-Sé que no has escuchado una sola palabra de lo que he dicho.

-Eso no es del todo cierto, escuché la mitad de lo que dijiste, la otra mitad me perdió y lo siento.

-Mirando me dijo que sería difícil sacarlo de tu cabeza.

-En serio, Miranda te dijo eso.

-Espero no te moleste.

-Oh no, es que ella es tan abierta respecto a su vida. Yo no puedo entenderla, tampoco juzgarla solo somos diferentes. Lo que quiero decir es que no esperes que yo sea como ella.

-Claramente no lo eres, por eso me interesó salir contigo.

-Cómo dices que se conocieron.

-En una sesión fotográfica, ella era bastante tímida cuando la conocí.

-No puedo creerlo.

-En serio.

-Ha cambiado.

-Lo sé, es lo que afortunadamente hace el tiempo. 

-Te aseguro que no lo hace con todas las personas, algunas siguen siendo las mismas siempre.

-Suena bastante triste.

-Escucha, ¿te gustaría que comiéramos juntos mañana? 

-Seguro.

Bajo otras circunstancias Sandy se habría negado pero  estaba totalmente convencida de que no quería ser como esas personas que nunca cambian, quería ser diferente. Le sonrió a Henry y dejó de pensar en Jay al menos esa noche se olvidó por completo de él.




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