Eran las 8 de la mañana cuando Buster empezó a rascar la puerta para que lo sacara a pasear. Estaba nublado, hacía mucho frío y lo único en lo que pensaba era volver a casa para tomar una enorme taza de café, darme un baño y finalmente sentarme a trabajar.
Tras dar un par de vueltas por la calle llegamos al parque, la veterinaria ya estaba abierta así que aproveché para dejarlo en la pensión. Tenía muchas cosas que hacer ese día y no quería más problemas con los vecinos por dejarlo solo en el departamento.
Cuando volví a casa me senté con el firme objetivo de ponerme a trabajar pero mi mente fue atormentada por un montón de suposiciones y sin darme cuenta la mañana pasó volando.
Cerca de la 1 de la tarde tocaron a la puerta. Antes de abrir me asomé por la ventana buscando el auto de Hanna pero la calle estaba inexplicablemente vacía, Elias platicaba en la esquina con el policía del mini súper de modo que ese "alguien" que iba a visitarme había entrado sin avisar.
Observé el cielo, el sol seguía sin salir y todo indicaba que llovería temprano. Pensé en lo inoportuna que sería una visita de Gabriel en esos momentos que me encontraba con una playera holgada, unos jeans rotos y el cabello enroscado. Tenía la opción de fingir que no había nadie o abrir la puerta, me asomé por el visillo pero no había nadie de modo que volví a la computadora, entonces el timbre volvió a sonar, corrí y abrí la puerta.
Apenas podía dar crédito a lo que mis ojos veían, palidecí al ver que Ben estaba parado frente a mí observándome con sus profundos ojos caoba.
El tiempo se detenía cada vez que me miraba de esa manera, a pesar de los meses que habían pasado seguía ejerciendo ese efecto sobre mí.
Ya sin palabra, apenas pude reunir la cantidad de saliva suficiente para humedecer la boca y no empezar a toser.
-Hola.
-Ben -musité desconcertada.
-Cómo estás -bajó la mirada arrepentido por la pregunta-, que torpe soy, es que no sabía qué decir.
-Cómo,cómo fue que...que me encontraste -titubé.
-¿El periódico?, puedo -pregunté y lo arrebaté de sus manos.
-Seguro -tragó saliva.
Empecé a hojearlo en busca de la nota y de pronto la encontré. Un gigantesco titular que decía "Maximiliano Aragón, ¿el final de una dinastía?
Tres columnas y un montón de fotografías de los asistentes al funeral entre ellas la mía con un pie de nota "¿Amor o interés? la hija menor de Maximiliano Aragón reaparece después de años de ausencia.
Romina Aragón finalmente se dignó a visitar a su padre, es una lástima que se haya decidido muy tarde."
-No puede ser -dije y me llevé la mano a la frente.
Encima de que lo publicado era una mentira la fotografía que habían usado me hacía ver fatal.
Los fotógrafos de los periódicos tenían el tino de tomar los peores ángulos de las personas.
-Esto es increíble, nunca di autorización para que publicaran mi fotografía en el periódico.
-¿Perdón?
Me giré de inmediato al darme cuenta de que Ben seguía parado en la puerta.
-Ay lo siento, ¿quieres pasar?
-Gracias -respondió y cerró la puerta detrás suyo.
-¿Quieres un café?, ¿un té?, algo.
-No quiero importunarte.
-No está bien, planeaba hacerme uno, por favor siéntate.
-De acuerdo. Lamento mucho lo de tu papá, en serio.
-Gracias.
Su condolencia me dejó sin palabras, por un lado su muerte no me había afectado tanto como imaginaban pero no podía decirlo, en qué clase de persona me convertía la indiferencia, se suponía que debía estar destrozada pero no, solo tenía esa inexplicable sensación de un hueco en el pecho.
Bajé la mirada, no esperaba verlo tan pronto, tenía meses que no hablábamos, que ni siquiera nos veíamos y de pronto estaba ahí, preocupado por mí y ofreciendo su apoyo como si nada hubiera cambiado entre nosotros.
-Pensé que te vería en el funeral, quería hablar contigo, saber si necesitas algo.
-Así que fuiste al funeral -respondí cambiando el rumbo de la conversación.
-Cuando llegué te habías ido, tuve mucho trabajo y no pude safarme sino hasta tarde.
-Hanna desapareció y yo me sentí incómoda con las miradas de todos sobre mí así que me fui. Si alguien salía sobrando en el funeral era yo.
-Eres una de las hijas de Maximiliano, cómo podrías salir sobrando.
-¿No te parece?.
-No.
-Pero leíste la nota del periódico, todos creen que reaparecí en busca de la herencia.
-Sí, leí la nota pero ambos sabemos que mienten.
-Ambos, qué me dices de los demás.
-Digo que no importan sus opiniones respecto a ti.
-Como sea, no me parece justo que me exhiban de esa forma.
-Eso ya sale sobrando.
-¿Te parece?
-Bueno el tema principal aquí es tu padre y la forma en que murió.
-¿La forma en que murió?
-Creí que estabas enterada.
Observé extrañada a Ben y continué leyendo el periódico. Mientras lo hacía se acercó lentamente a mi lado, el aroma de su perfume era algo que me fascinaba.
-Te refieres al infarto.
-Sigue leyendo.
"La madrugada del domingo las autoridades recibieron una llamada anónima, se registró un tiroteo en la carretera...el fuego cruzado terminó con la vida del empresario.
Se desconocen las razones por las cuales viajaba a altas horas de la noche solo...se investigan los hechos...posible vinculación del crimen organizado."
-Hanna no mencionó nada.
-Está en todos los periódicos.
Y quién te lo dijo a tí.
-Tus tías se lo comentaron a Hanna, yo estaba con ella cuando lo hicieron.
-Por lo que veo encajas mejor en mi familia que yo.
-No lo tomes así.
-Y cómo quieres que lo tome si todos creen que mi presencia en el funeral se debió al interés que tengo por mi herencia.
-Quienes te conocemos sabemos que todo lo que dice la nota es mentira y, por lo mismo considero que esas son las únicas opiniones que deberían importarte.
-Sí, tienes razón.
Dije y al voltear lo sentí tan cerca de mí que me estremeció. Entonces Me alejé de él de inmediato con el pretexto de servir el café.
-¿Azúcar?
-Ya olvidaste cómo me gusta el café.
-No hemos hablado en varios meses, podrías haber cambiado de gustos.
-Algunas cosas nunca cambian.
-Sin azúcar entonces.
-Por favor. Ya que lo mencionas, ¿en qué cambiaste tu?
-Bueno ahora tomo más café que antes.
-La dupla perfecta -susurró.
Tuve ganas de salir corriendo de mi departamento, esconder la cabeza bajo el pavimento y dejar de sentir eso que su cercanía me provocaba. En lugar de eso me sumergí en la taza de café esperando que él fijara su mirada en otra parte pero no lo hizo. Me estaba intimidando y se aprovechaba de la vulnerabilidad que tenía en ese momento.
-Mira esta fotografía de Hanna, ella luce fabulosa. La prensa la adora, siempre lo ha hecho.
Ben volvió a acercarse a mí y giró el periodico para poder verlo con mayor claridad.
-Tal vez pero en este momento los ojos de todos están puestos en tí, la chica rebelde de los Aragón.
-La chica rebelde, no soy nada de eso por qué dices eso.
-Mira en la última página.
-¡Pero qué es esto!, no puede ser que hablen así de mí y cómo fue que se enteraron de nuestra boda.
-No lo sé, supongo que los de sociales se dieron cuenta cuando llegó el día y nadie apareció.
-Para eso viniste, para burlarte de mí.
-Estas mal interpretando las cosas.
-No lo creo, todo está bastante claro Bennedic.
-Wow, dijiste mi nombre completo.
-Por qué no me te vas.
Él sonrió lleno de ironía, cuando vio que las cosas iban en serio decidió disculparse.
-Lo lamento mucho, por un segundo pensé que nada había cambiado entre nosotros. Supongo que 8 meses significaron más de lo que imaginé.
-No es eso, es que no puedes aparecer en mi departamento así nada más para insultarme. No se necesita ser un genio para saberlo.
-Fue la única manera que se me ocurrió para romper el hielo, claramente no fue la adecuada.
-Quién te dio mi dirección.
-Hanna. Dijo que te molestarías pero insistí, quería verte.
-Ojalá hubieras venido antes.
-Lo sé.
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