Sienna cerró su diario y observó hacia la ventana. ¿Acaso no era ella igual a Julieta?, tampoco había opuesto resistencia cuando su padre la envió al internado.
Acató sus órdenes y no le dio mayor importancia al hecho de lo que marcharse representaba. Incluso cuando su madre murió y su padre ordenó no dejarla salir del internado, guardó silencio y no se opuso, creyó que era mejor si no la veía en el féretro.
Aventó el diario contra la pared, abrió las puertas del armario y sacó un hermoso vestido blanco con filos dorados en diagonal, se amarró el cabello y salió de la casa nuevamente. Esta vez deambuló por la carretera, hacía frío, se arrepintió de no haberse puesto un abrigo, unos guantes o quizás un gorro.
Se encorvó y caminó hasta que sintió congelados los muslos, entonces un auto se detuvo. Al interior viajaba un hombre, ella sintió nauseas al ver la manera en que se escarbó la nariz luego de ofrecerle un aventón.
Tragó saliva y le sonrió, prefería congelarse antes que subir al auto de un extraño, en especial cuando ese extraño era un tipo tan desagradable.
Continuó caminando hasta que llegó a una cabaña, tocó la puerta un par de veces sin que nadie respondiera, entonces abrió la puerta y se coló al interior.
En la chimenea se encontraba una olla de café, frotó sus manos cerca del fuego un par de minutos.
-Qué haces aquí, cómo entraste.
-La puerta estaba abierta, afuera hace frío.
-¿Y eso te da derecho a entrar sin permiso a una casa que no te pertenece?
-Lo siento, sé que no debí hacerlo pero me estaba congelando, toqué varias veces y nadie respondió, supuse no había nadie.
-Te equivocaste.
-Lo siento, me iré de inmediato.
Él se acercó a la puerta cortando el paso, ella se estremeció.
-¿Me dejarás pasar?
-Por qué no te quedas a tomar un café conmigo.
-Porque no creo que sea correcto después de que me metí sin permiso a tu casa.
-Cómo si no nos conociéramos.
-Minutos antes acabas de actuar como si no fuera así.
-Es parte del juego -dijo y se sentó.
-¿Cuál juego?
-El de cazar al ratón.
-Supongo entonces que tu eres el sagaz gato.
-Podrías ser tu.
-Cómo te llamas, la otra vez no me dijiste tu nombre.
-Es probable que lo hayas olvidado.
-No tengo tan mala memoria amigo de Mau.
-Jeremy, me llamo Jeremy pero mis amigos me llaman Jer.
-Un placer conocerte formalmente.
-Lo mismo digo, y ahora que ya nos conocemos, ¿aceptarás mi invitación a tomar un café?
-Claro, no quiero volver afuera, además hace frío y no tengo a dónde ir.
-¿Me dirás qué pasa?
-Tal vez después.
-Bien.
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