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Craig

Anteriormente en aquel lugar se encontraba una ciudad, al menos eso parecían, ahora solo quedaban escombros de algunos edificios y casas. Aún podían verse los restos de un par de columpios ennegresidos por el fuego que no los consumió por completo y los dejó como recuerdo de lo que parecía ser un parque.

Había una barda medio derrumbada y pedazos de vidrio en el suelo.


—Acamparemos en ese edificio de allá —dijo Miles y juntó un montón de papeles y madera del suelo para hacer una fogata.


—Cuándo van a sacarnos de aquí, este lugar es como el infierno —contestó Barton.


—No van a sacarnos de aquí hasta que ataquemos la base. Esa es la misión  —dijo Miles.


—Siempre tergiversas las cosas —añadió Tuka—-.La misión es explorar el territorio, notificar si encontramos minas o armas o algún grupo armado y arrestarlos, no podemos hacer más.


Craig hizo una mueca y acomodó su mochila en el suelo para recostarse sobre ella, Tusand hizo lo mismo.


—Debes aprender a leer entre líneas Tuka, el teniente estará feliz si atacamos a la base, en especial si matamos a  esos malditos bastardos y nos llevamos sus cabezas.


—Ves demasiadas películas, tú solo no lograrás acabar con ellos.


—Creí que para eso estaban ustedes aquí.


—Si te expones nos matarán a todos. Al menos en la montaña llegan cada días más soldados y camiones con armamento. Los grupos guerrilleros crecen por montones, no podemos controlar eso.


—Eres un cobarde —dijo Miles alzando el pecho y mirándolo fijamente a los ojos de Tuka—. No deberías estar aquí.


—Alguien tan demente como tú tampoco y sin embargo aquí estás.


—Hey chicos, basta —intervino Santana—. Sé que quieren darles su merecido pero no podemos hacer nada hasta que envíen refuerzos o el teniente nos diga qué hacer.


—El teniente puede meterse sus órdenes por el culo, yo voy a ser un héroe le pese a quien le pese —respondió Miles—. Qué me dicen, Harris, ¿vienes conmigo, Tusand, Barton?


—Quiero descansar, no hemos parado en casi 10 días —dijo Craig y cerró los ojos.



En dos días terminaría la ofensiva y volverían al campamento. Tal vez era jueves, para Craig los días eran siempre el mismo, había perdido la noción del tiempo y poco le importaba poner atención en los detalles. 


Mientras las ramas secas ardían en la fogata pensó que sería bueno escribir a casa pero había tardado tanto en responder a las cartas que le habían enviado que empezar a escribir le resultaba muy difícil y entonces sacó las cartas que James le había enviado y empezó a leerlas una por una.


“Craig, lamento tener que ser yo quien te informe de esto pero he agotado todos mis recursos tratando de encontrarte, sé que te hubiera gustado estar aquí pero las circunstancias no te lo permiten, para cuando recibas esta carta ya habrán pasado muchos meses así que intenta no agobiarte, no fue tu culpa, Jeffrey murió”.


Craig lanzó la carta a la fogata y se llevó las manos a la cara lleno de frustración. Se alegró de que Anna estuviera libre y luego se enfureció consigo mismo tras pensar en su amigo.


—¿Sucede algo Doc? —preguntó Miles.


Craig regresó a su lugar y sacó de su mochila las cartas que no había leído desde que llegó a Afganistán. 


“Querido hijo sé que debes estar muy ocupado tratando de arreglar tu vida, no te reprocho nada, te escribo porque quiero que sepas lo mucho que te amo. Cuídate mucho, me partiría el corazón saber que no lo haces”.

“...Sé que tu padre estaría orgulloso de tí...No me queda mucho tiempo, los doctores no me dan esperanzas y aunque tú eres mi motivo para vivir estoy cansada de luchar. 

Si cuando vuelvas ya no estoy quiero que sepas que pensé en ti hasta el último momento de mi vida. Te amo.”


“Craig...Serena murió

James”.


Santana se colocó a su lado, abrió una de las latas que habían encontrado en una de las casas que estaban en la ciudad y puso su mochila detrás de su espalda.


—Toma, necesitas comer, nos espera un largo viaje.


—No y no me explico cómo puedes comer el contenido de una lata que no tiene etiqueta.


—Ah, tengo hambre —dijo y la abrió—. En este momento podría comerte si te mueres.


Craig volteó a verlo lleno de asco.


—Oye es una broma, vaya. Te diré algo —dijo metiendo la cuchara en la lata—, en un lugar como este es muy fácil perder la lucidez.


—Qué intentas decir.


—Que no tomes tan apecho las noticias que llegan del exterior. A final de cuentas son simples versiones que alguien escribió de lo que pasó.


—Lo tomaré en cuenta —dijo y tomó sus cosas.


—Vi cuando lanzaste la carta al fuego. Solo enfócate, recuerda en dónde estamos y a donde quieres estar cuando esto acabe.


—Bien.


—A menos claro que quieras morir —agregó. 


Craig ignoró a Santana y caminó entre los escombros rumbo a la bodega abandonada en donde se encontraba Miles. Mientras caminaba alzó la cabeza y miró al cielo, la luna brillaba en su punto más alto, pensó en la promesa que le había hecho a Jeffrey y en que ahora que él se había ido podría buscar a Anna.


—“Tango uno estamos recibiendo una frecuencia de no más de un kilómetro de donde se encuentran. Tango uno responda”.


—Aquí Tango uno, revisamos la zona al llegar y está abandonada. Armamos un perímetro alrededor del centro, no hay forma de que alguien aparezca sin que antes lo veamos —dijo Miles.


—”Necesitamos que se agrupen de inmediato y se dirijan al este”.


—Entendido.


Miles tomó su arma y antes de que lograra salir de la bodega una fuerte explosión sacudió a la ciudad, una impresionante nube de humo se formó en el horizonte y luego de un par de segundos una onda expansiva rompió los vidrios de las ventanas que quedaban y arrojó a los soldados varios metros lejos de su posición.

El sol dejó de brillar en el horizonte y una cortina de arena se levantó cegando a todos. 

Craig se agachó de inmediato y empezó a arrastrarse por el suelo hasta llegar a la base.


—¡Harris! —gritó Miles.


—¡Emboscada! —logró gritar Tuka alertando al resto.


“Tango uno responda tenemos informes de una gran explosión muy cerca de donde están, tango uno conteste”.Craig se arrastró hasta dónde se encontraba Santana, lo sacudió un par de veces antes de que este reaccionara mientras en la radio el teniente seguía tratando de comunicarse con su equipo. 

Miles se puso en pie, sujetó la radio entre sus manos y corrió por entre los escombros.


—¡Barton, Tusand, Harris…! —su corazón latió cada vez con más fuerza mientras corría para refugiarse detrás de un auto calcinado—. Tango dos necesitamos ayuda nos emboscaron, tango dos responda.


—Indique su posición.


—¡Doc, no!, ¡Carajo Harris, detente! 


En el fuego cruzado una bala atravesó un extremo de su cuello.

Craig se lanzó al suelo y se arrastró hasta donde se encontraba Tuka. Lo arrastró hasta el interior de una bodega, había perdido mucha sangre.


—¡Hombre caído! -gritó Santana al ver la estela de sangre que había dejado Harris.


Craig sacó de su mochila vendas, agua oxigenada y alcohol, colocó una compresa en el cuello de Tuka para detener la hemorragia.


—Oh mierda —respondió Santana.


—Está perdiendo mucha sangre, creo que perforó la arteria. No puedo detener la hemorragia.


—Debemos sacarlo de aquí.


—No podemos hacer nada.


Los disparos del exterior retumbaron como ecos en las paredes de la bodega.

Una explosión terminó por hacer que el techo languideciera y tirara escombro sobre sus hombros.

Miles entró a la bodega con el hombro dislocado,  se puso el trozo de madera en la boca para después, colocado frente al pilar, darse un golpe contra el hombro y acomodarlo. Tosió un par de veces antes de llegar hasta donde sus compañeros se encontraban.


—Barton está muerto, Tusand lanzó una granada y no sé nada de él desde entonces. Si nos quedamos aquí nos matarán -dijo Miles.


—Necesitamos sacar a Tuka de aquí —respondió Craig y empezó a buscar un trozo de madera o algo que le sirviera de camilla para poder transportarlo. 


—Tienes idea de cuánto tiempo tardaremos en llegar al punto más cercano de las bases aliadas —añadió Miles.


—No y no me importa, si nos quedamos aquí todos moriremos.


—Por qué no le dices a Santana la verdad que Tuka no va a vivir. No pienso cargar con un cadáver —tomó un poco de agua.


—No voy a dejarlo como no te dejaría a ti o cualquiera que estuviera herido.


—Si tanto te interesa el equipo sal a buscar a Barton y a Tusand, podrías hacer una pila con sus cadáveres y de paso matar a esos malditos desgraciados  -dijo Miles y sacó un cigarro.


—Oígan -dijo Santana al ver que Tuka empezó a temblar.


Craig corrió a ver qué sucedía, su pulso era muy débil casi imperceptible y había perdido el color.


—Mierda, necesito morfina -dijo mientras intentaba darle rcp.


—¡En dónde está!


—En mi mochila, tráela de inmediato. Vamos Tuka, vamos.


—¿Escuchan eso? -dijo Miles con indiferencia y corrió afuera del edificio al escuchar unos gritos. Sacó sus binoculares y observó a lo lejos a un comando que se dirigía hacia dónde ellos estaban-. ¡Mierda!, ¡mierda!,  10 hombres a pie vienen hacia acá.


—Tendremos que quedarnos aquí, si salimos nos matarán -respondió Santana.


—¡Durante cuánto tiempo! no seas ridículo -dijo Miles.


—Iremos al este como lo habíamos planeado -dijo Craig y sacó su mapa.


—No, esa zona está muy expuesta y con un herido no llegaremos a más de 5 metros de aquí sin que antes nos vean.


—Entonces tenderemos una emboscada Miles, ven aquel edificio de allá, cubriré ese flanco, tu irás  al frente y los sorprenderás por atrás, los desarmaremos.


—¿Qué hay de Tuka?


—Lo dejaremos aquí mientras atacamos.





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