Era un trágico momento, sin duda lo era. Pero Sally secó sus lágrimas con el pañuelo que el Marqués le dio y salió de la habitación con la cabeza entre los hombros.
Él recargó las manos sobre el viejo mueble de ébano y movió la cabeza un par de veces convencido de que había cometido un error, que todo se trataba de habladurías, chismes infundados de personas que estaban más ocupadas en las vidas de los demás que en la suya propia.
Tan pronto la puerta se cerró a espaldas de Sally, vio a un par de mujeres sentadas en torno a una mesa murmurando.
Ella alzó la cabeza y trató de sonreír como si nada pasara, cruzó el salón contiguo y salió del lugar.
Se detuvo un minuto junto a la puerta y sin darse cuenta dejó caer el pañuelo que sostenía con su mano y caminó con la mirada perdida, dejó que el viento secara sus lágrimas.
Recorrió las calles arrastrando sus lienzos y antes de llegar a la esquina escuchó la voz del Marqués llamándola por su nombre. Ella se detuvo, las pupilas se le dilataron, tuvo miedo.
-No debí tratarla de ese modo, le ofrezco mi más sinceras disculpas.
-Ya no tiene caso que lo haga, entiendo que se vio obligado a decirme esas cosas, quizás porque en el fondo cree que son verdad. De otro modo no las hubiera siquiera insinuado.
-Es que nada es cierto.
-Para mí lo fue y crea lo que le digo, nunca más volveré a molestarlo con mis problemas. Por mi parte acepto sus disculpas, seguiré con mi vida y espero sinceramente que usted siga con la suya.
-¿Es un adiós, acaso?
-Sí.
-Usted también me ha ofendido.
-¿De qué manera?
-Tiró el pañuelo que le di.
-Debió caer sin que me diera cuenta -se giró buscándolo y vio que él lo sostenía entres sus dedos-. Lamento que haya sido así.
-Antes de que se vaya, deje que la admire una última vez.
-Lo haré si me da su palabra de que me dejará ir.
-Aún con el pesar de mi corazón le doy mi palabra.
-Por favor no se esfuerce en confortarme, sé bien que miente.
-Le aseguro que cometí un error y lamento mucho haberla contrariado. Me equivoqué y reconozco que me dejé guiar por los insidiosos comentarios mal intencionados de la gente que está a mi servicio. Estoy profundamente arrepentido, sé que ninguna palabra podría compensar el daño que le hice pero al menos lo intentaré si es que su corazón puede otorgarme un poco de compasión.
Sally bajó la mirada, lo quería, a pesar de aquel mal entendido que los había separado.
-Trataré.
-No pasará un minuto desde ahora sin que busque su perdón. No importa lo que deba hacer, lo lograré.
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