Lou cerró la puerta del departamento, bajó las escaleras y salió del edificio. Aquella mañana hacía frío, encogió sus hombros y metió sus manos dentro de su chamarra. La piel de su rostro se ruborizó y mientras caminaba rumbo al metro empezó a soplar una gélida ventisca.
Tan pronto como llegó a los torniquetes del metro se detuvo, pensó en regresar al departamento de James, al menos despedirse de él.
Su corazón se estrujó pensando en cuál sería su reacción tan pronto despertara y no la viera ahí. Necesitaba volver.
Salió del metro y apresuró su paso. Una calle antes de llegar al edificio vio a James parado frente a la ventana.
Pensó que tal vez era tarde para volver, aún así decidió entrar al edificio y tocar la puerta.
Cuando James abrió la puerta la observó nervioso y poco a poco entendió lo que pasaba. Lou había vuelto, no se había ido sin despedir como en un principio creyó, de verdad le importaba lo que había pasado entre ambos la noche anterior.
Sin decir más palabras la jaló de la mano y la metió al departamento, la abrazó y le dio un profundo beso en los labios que le robó el aliento.
Apenas podía respirar, se tambaleó cuando la soltó y tuvieron que pasar unos segundos antes de que pudiera articular una palabra.
Eso ya no importaba, ambos se amaban y estaban juntos a pesar de las intrigas de quienes los querían ver separados.
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