Cuando abrió los ojos todo en su vida era diferente. Apenas podía reconocer su rostro en el espejo, le dolía incluso el movimiento de sus ojos.
Bastaron un par de minutos antes de que una intensa sensación de vacío fuera subiendo desde su estómago hasta su garganta, su vista se nubló y perdió el equilibrio.
Entonces se recostó, el aire nunca faltó pero todo le dio vueltas, escuchaba entre eco las voces de las enfermeras y su piel palideció.
Los oídos empezaron a zumbarle y se dio cuenta de que ya no estaba aquí, parecía como si su alma intentara despegarse de su cuerpo.
"Estoy aquí y ahora" pensó mientras trataba de recuperar el control sobre su cuerpo. Sus manos y pies empezaron a temblar, un intenso frío la invadió.
"Estoy aquí y ahora" volvió a repetir y poco a poco las voces de las enfermeras fueron más claras y la vista dejó de nublarse.
"Estoy aquí y ahora" repitió una última vez.
-Necesita calmarse, voy a administrarle un calmante. Fue la impresión, no esperaba verse así.
Movió la cabeza, ni siquiera podía hablar y no tenía fuerzas para intentar mover los labios, le dolía la cara.
Pensó entonces en un lugar feliz y de inmediato se transportó lejos de la cama de hospital.
Se sentó a la orilla de la playa muy cerca del mar, sintió la espesa bruma acercarse a los dedos de sus pies y la tibia brisa sobre su rostro.
En aquel lugar en el que se encontraba sonrió, sintió la libertad, se sintió feliz y no como una prisionera.
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