Mi vida era un terrible caos, todo estaba saliendo mal. No tenía cabeza para pensar en nada y no tenía ganas de hacer nada.
Me la pasaba echada en la cama viendo hacia el techo, de vez en cuando me movía solo para ir al baño, tomar agua o comer un pastelito de la alacena.
Estaba en banca rota, no tenía empleo, no tenía a nadie a quien recurrir y me sentía ofuscada.
El timbre de la puerta sonó tantas veces que pensé podría ser algo importante, me levanté de la cama y abrí la puerta. Encontré un periódico en el suelo, alguien había marcado un anuncio: "Se solicita ayudante", el sueldo no era bueno pero de eso a nada. Me pareció interesante, podía ir caminando, no estaba muy lejos de donde vivía.
Me cambié y salí de mi departamento, hasta llegar a la oficina, dudé en entrar al edificio pero ya estaba ahí.
Tomé las escaleras porque el elevador tenía un enorme letrero que decía que estaba fuera de servicio.
Al llegar al cuarto piso entré al consultorio, el lugar estaba vacío, me acerqué al mostrador y un chico apareció de la nada pegándome un susto.
-¿A qué hora es tu cita?
-No, en realidad vengo por el empleo.
-¡Ah claro!, eres la chica que envió Roy.
-¿Roy?
-El trabajo es sencillo, mi abuelo necesita una recepcionista, la última chica que trabajó aquí se robaba el dinero de las consultas.
-Oh, eso es terrible.
-Terrible -repitió-. Tendrás que organizar su agenda, llamar a los pacientes para confirmar citas, ya sabes ese tipo de cosas.
-De acuerdo.
-Tu horario sería de 11 de la mañana a 1 de la tarde y por las tardes solo regresarías de 4 a 6. El salario que ofrecemos es poco pero a cambio tendrás tiempo para estudiar o hacer otras cosas.
-Cuándo puedo empezar.
-Ahora mismo si quieres.
-Solo para aclarar, no conozco a Roy.
El chico hizo una pausa, revisó su celular y volteó a verme intrigado.
-Eres April, ¿cierto?
-Sí pero...
-Roy es tu vecino.
-¿Mi vecino?
-Vives en cipreses 22.
Me dejó perpleja, no tenía idea de que en el edificio hubiera alguien llamado Roy, mucho menos que supiera algo de mí.
-Sí.
-Ahí está, eres a quien estaba esperando. Sígueme, te mostraré tu lugar de trabajo.
Tan pronto volví a casa busqué en los buzones a alguien llamado Roy, no tenía idea de quién podía ser. Tomé el elevador y subí a mi departamento. Estaba abriendo la puerta cuando alguien se acercó a mí.
-Valery.
El chico del piso de arriba, ese al que nunca saludaba pero encontraba siempre en la puerta. Me fastidiaba que se me quedara viendo como si quisiera hablarme porque nunca lo hacía.
-¿Cómo sabes mi nombre?
-Una vez nos encontramos en la entrada mientras revisabas tu buzón.
-¿Una?
-Bueno varias.
-Fuiste tu quien dejó el periódico en mi entrada, ¿cierto?
-Quería ayudarte.
-Pues gracias, mentiría si te dijera que no lo necesitaba.
-Me da gusto saber que te ayudé, es más, lo que necesites ya sabes en dónde encontrarme.
-Apuesto a que lo harás.
Roy subió las escaleras rumbo a su departamento, yo entré al mío. Me recosté en el sillón y empecé a ordenar mi tiradero. Aquella noche vi las cosas desde otra perspectiva, pensé en que el universo había conspirado para dos cosas, la primera que encontrara trabajo, la segunda que conociera a Roy.
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